Carta y malabar

Una mesa, un tablero de ajedrez durmiendo en azulejos y sobre él, la resolana en tonos verdes botella y marrón de un vaso rústico con el olor a la niñez bajo mantas de lana gruesa y melón. Un perro negro carbón saltando y girando como mi vida gira a tu alrededor, el centro son tu ojos negros, tu voz como el Sol, heliocentrismo del amor, un parco hombre sin luz brillando por vos. En la cúspide del piramidal cielo Ra hace equilibrio y me mira por compasión, se oscureció la bonanza en la macabra risa de un destino apático, una foto azul y un ladrido abraza a la dueña, la ama, la brisa, la noción entre nociones, en moción y en la ceguera en su versión autosustentable, la asunción del pánico al poder, cuando el viento te sacude y no hay tiempo de ceder, bolero de dios, la ausencia de los puntos, escasean los párrafos y en escarlata un palco para disfrutar de un partido que nunca, jamás se empata.

La cruces no vuelven, las nueces no truenan, la nieve no quema y la escena enferma, Terpsicore renga, dolor en los dolores que al verte merman, fricción y lema, amor y crema, Polimnia haciendo casas con cartas de canasta, dominó la casta en piezas blanquinegras, hay eternidad en la memoria, hay lugar en las fronteras, hay asilo en su espalda adormecida y consuelo en el insomnio, habrá vacío en la calma y en la tormenta duelen las palabras, la amenaza bajo una lupa que la luz convierte en llamas, en la verdad de las nociones e intenciones nunca es fácil acertar, error, tolerancia, trampa y paladar, brújula y azufre, ámbar y azafrán, recuerdo y malabar, bajas guardias, especial defensa, de vergüenza floral, de maravillas perseverantes y libros ardiendo, las profundidades que me arrastran, el aroma a amapola, el corso de las sombras en un carnaval impostado, que la vida se me escape en un suspiro final, le narraré a Caronte las sonrisas que sus ojos negros me tatuaron en el alma 


La vida, vale menos que el amor.

Sin puntos, sin Roma.

Una Gioconda, Mona Lisa no hay prisa, Iris sin pupila, brisa fresca, rezo en trizas, tiza y misa, plegaria que aterriza en el ombligo de su risa, mil y agrios, dulce neo par sin credos, amortiza el sudor, Dulcinea en la odisea, brea en tierra, suela suele arder en el correr de los dias, del magma fría, la caída de Ícaro, el tropiezo de la voluntad, camino al Tártaro, teatro tan tántrico, trágico acto bélico sobre las sábanas bálticas del tratado de San José, nadamos en torno al todo entonando agudos sopranos dentro del crisol de papel de arroz en la atroz colisión de los espirales y encordados, concordamos en espacio y lugar, en tiempo y placer vulgar, en finas guindas, timba y timbal, fuerza tribal, la siembra que recibe Dios cuando madruga, los dientes del regalo, armado de complejos, relojes y centavos, sentados en un banco para ver en blancos folios el color prestado, Guernica afortunado, aforismos hipócritas de descarte, Descartes fusilado en el baño de un bar, limón adornando ingratos, alza la mirada, salta de banca en banca, yerba santa, infusión franca, barcas, rachas, brujas y brasas, girasoles, giran genes, gritan goles, Girona, tirones, la cuerda te ahorca o te rescata del abismo de los Soles, grandes moles frente al espíritu sin moldes, aparten roles, lancen dados, cordones con drones, espías enfrentan pesadillas vacías, con mantas, comandas, cortadas, son caras, altas varas para cartas, Mar de Mármara, ampara la bala más bárbara, hijos del Sáhara, gigantes sin cáscara, lava para sanar las mañanas, As calma, vas blanca, alzas la palabra tan alta, astuta en el debate con Zaratustra, madre nuestra, padre suyo, brusca impronta y principios de Nietzsche en las botas, ruedan rotas pocas rocas, rubias notas, otras cosas, almendra en gotas, protegen otras bocas, al albor se alborota la caricia en el albornoz patriota y entre próxima y remota, entre derrota y derrota, tu voz complota, rompe los muros y la victoria brota, alta en el cielo, maga de anécdotas doctas.

Duelo entre la doña y Dolina

Bajando la rueda, muletas de San Juan, dormir bajo su espectro engrandece la ficción, enaltece su virtuosismo; la negra sabe que el motor no va sin una dosis de su paz, pierdo el control y los papeles, pierde tracción la piel deslizando hacia la eternidad, la fricción, la dicción audaz, la lección de un exámen que fallando nos llevó al centro del lugar, dos ojos negros y la siesta en el dulce panal del concierto anual, su gusto por crear y el mío por volar, valiente interpretación de la magnificencia lírica y literal, en Bagdad las mil y una noches se hacen pocas para dormir y despertar, se me hicieron deudas y en un saldo perdedor gané por el hoy, por el futuro y por la década perdida, dama de tierra y fauna, manos de espina, de espada y estigmas, rabietas truncas al sur de la Corea blanca, buscando ofertas en ferias al borde de las Américas, sin necesidad de regatear, el mejor trato lo hice hace años, y tantos, nos llevamos a la boca regaños y relámpagos, respiros y recibos, decoramos las habitaciones con medallas en el mar, no suelo alardear de fortuna pero la verdad es que tengo un siglo de ventaja para girar la ruleta a ciegas, después de todo, con lo que llevo ganado desde aquel primer abrazo, puedo morir victorioso aún llorando la racha de los cien años. 

Duelen las faltas, la amnesia duele entre tapa y cerveza, duele levantar la cabeza y resoplando vapor ver la avenida desierta noche tras noche, arde en las manos el frío de Martes, el viaje de Jueves y la gresca del Sábado, duelen el hambre y la frustración, los talones rotos, duelen unos más que otros, duelen tantos, tonos pocos, sanan limpios, coros locos, se abre el cielo, negros ojos, cura todos, lobos sueltos, tigres roncos, mi vida en un puño cerrado, su amor en el otro.

Si como dijo Dolina... La vida vale menos que el amor.

Te amo Pupe.

Afonía sinfónica, agonía distópica.

Como sondas en un océano infinito, como el eco de golpes que despierta a los cetáceos, ondas guía en mareas rotas retumban y resuenan bajo el violín de la serpiente de Midgard, el abismo como una nada abstrayente, el todo como sepultura del vacío, un suspiro a contra tiempo nos cuesta cuatro compases, un tresillo vale por el ritmo de los vientos y los latidos sincopados, cuarteles de hierro ennegrecido y hábitats sustitutos, en el aplauso de Dante te busco entre vocablos que ya implosionaron, sin veranos en Belgrano, sin barrancas en Belgrado. Sangrando en terminología me terminé perdiendo en la visita guiada por tus pupilas eternas, lunas que asistieron a miles de naufragios, presagios para dignas partes maulas.

Afónico de tu fantasmagórico arrullo, disfuncional al grupo de asalariados brutos, muérdago y muletilla, los dedos astillados de circular rezando sin cuentas a las cincuenta siluetas de la silla de Electra, sin vueltas, sin ceros, silvestre sin cuerpo el vino del clero, no creo, no cedo, no cuerdo, no vuelvo, no pierdo esperanza si oportunidad no tengo, no fallo a la diana si el petirrojo danza, fuego azul del filo templado, fiero alud de un ligero dado, hierve suelo en un desborde manso, comanda las agujas el capitán sin garfio.

Espera espigas en vacío y malta, aguanta la guarda del alguacil del habla, se hace responsable un dios de las proesas de un cosmonauta y Beto, Beto repasa las fojas en la corte del karma.

Duerme en el fuerte de los juegos.

Bajo la diadema de los caleidoscopios Calíope teje entre vértices vórtices mártires de mares nictálopes. La figurinista desalmada arma y desarma un diorama jugando a ser, jugando a querer.

En pantomimas y billetes francos se camufla la conducta polarizada, burbujas de sombra se despiden de su aliento en un soplido de cristal y los cristales que brillan por ausencias ajenas son maravillas para los Mecenas. Mi genio, lejanía, su guarida, limosna, instante álgido, ácido cálido corroe los pasos de sus lagrimales en mis labios, juventud eterna apalabrada en tertulias acomodadas, las horas perdidas como medida, el tiempo como eterno cosmonauta y como su bitácora, el folio donde garabatea melismas sinestesicós.

Sin techos sintéticos, sin léxicos correctos ni modismos amanerados, con contracciones contradice controversias contorsionistas que se escabullen entre los dedos de Lola al ocaso omiso sin sismos cordiales sobre manteles sajones a la hora del desbarase.

Eventualmente evitamos el colapso, dimos por perdidos ciertos lujos y archivamos rutinas, colgamos los guantes, las vendas, los libros, despertarán de su invierno cuando Hipnos oiga los truenos y sonría en silencio, a Morfeo le pudo el cuento.

Europa Luna rota.

Si es que loca, me encantan tus fotos, tu voz, tu voto, tu Rock and Roll ronco, fonógrafo roto, nuestro largometraje corto, adornos de otro, fusiles brillantes de pólvora y oro, hallazgos, tesoros, la feria de Eolo. Malvones y aromos, balcones sin fondo, sueño europeo , vacaciones en Pleuro, cicatrices del neutro, blandiendo la espada en la guerra de Morfeo, esgrimiendo una daga de fieltro para cortar el futuro con un tierno soborno. 

Ahora mírame, tendido entre cobijas retorciéndome, bailando con Oniros los ritmos de los sueños, huyendo entre sombras a un sonido, ocultándome bajo las ondas de tu risa esquiva, nos vimos cómplices de un silencio delator, si hay un Dios que me bendiga con tu misa, si Satán sabe de mí que me permita conservar en mi exilio el perfume de tu milagro en Sol, que me juzguen las voces en tu afonía sinfónica, despierto sueño que escribo en vilo al rasgueo de un vinilo, con el aroma a café como bandera, la miel como estandarte, tus labios, camino a la rivera de Marte.

Otra cuota de un saldo salomónico, un invierno caótico en el reducto católico del final trágico, nostálgico sueño de un viaje tántrico, armonías agónicas de un tango jugado, caso cerrado en un juzgado de turno en un turno cantado, fina línea, borde delgado, milagro de encaje en un cuarto cerrado, macabra sonrisa, placer endemoniado, destino amañado teñido de rumba en Almagro, un sorbo de tu cáliz sagrado por un siglo de castigos mundanos, balance entre costo y beneficio, alma de fuente, cuerpo de cántaro.

Tigre.-

Meridianos tiranos.

La Flor del Sur tiene tallos fuertes, pétalos como pupilas, negra y radiante, supernova la novia.
Las tres han dado y sereno, como el selenita en la privacidad de la Luna nueva, el Eternauta con su eterna melodía bajo la parra de la infanta, tornas tornasoladas, soldados sumidos en su mantra, un vacío pintado en la espalda, una serpiente, espadas. Vasos llenos de desesperanza en bandejas de sensaciones contrarias, eco, ola, balanzas, balas y bayas, bandas, franjas, márgenes marginales en textos de maestranza, rampantes, arcaicos, futuristas, marginales.

Meridianos a veces enteros, a veces parciales, menguantes, mermantes, mercantes de planeadores estelares, transporte transparentes a futuros distópicos gigantes, frustrantes al fallo, imposibles al tacto, teóricos, tiranos, militantes del amor, tiránicos.

Fundamentos astrales que por milenios fruncieron el universo y lo plegaron como seda en un desierto monótono. Volvíamos sentados del viaje tóxico del tren y el diesel de su líder intelectual, volvíamos hablando de los tiempos, los digitales, los funcionales, pero a la altura del parque de los docentes, señalé el cruce con un gesto se mis manos, se alzaba brillante y completa, más pálida que nunca, enorme, como si durmiera sobre la pendiente a cuatro esquinas del columpio, deslumbró tus pupilas y en un brote de alboroto me dijiste en los labios que tengo que amañar la Luna, el beso de los sueños plateados, el sueño de los besos fantasma.

Mareas abiertas.

Un grito sordo que se reconoce aullido, ahogo, que se define libertad, dolores, que se consideran camino, soledad, que se alza mineral. Marea celeste patas arriba desde la ventana de Berta, las venas abiertas, las puertas sin juerga, avenidas desbordan lágrimas de tormenta y en la inundación del Delta bajan los duendes a jugar con Minerva. Apilados los cuadernos de Marcia, los recuerdos de Murcia, los pasajes de Grecia, un licor en Venecia, un canal en estática, una cruz eclesiástica, el frío polar de la desesperanza en campaña y las voces de una samba que entre tambores reza, "Dame un suspiro, silencio en penitencia, serás realeza". Impulsos, electricidad de fresa, desprecio intruso, melancolía sin gremios, desánimo gimiendo, el susurro de los sentidos afligidos en red, un milagro frígido y desdichado, juegos de azar con la mujer del manto, mal presagio.

Se rescatan tonos Borgoña y morado, se bañan desnudos los años dorados, se mojan los labios con el vino alquilado, rebañan las fobias de mi cuello las ninfas del mar de besos falsos, señales de tinta en dialectos hermanos, un tambor con eco en el vacío del palco. Quería afinar los zapatos, lustrar mis defectos y limar asperezas, fallé en la medición de los parámetros, se volvió alta la carga y los pasajeros perdieron su tren al mercado. Se abre la bóveda que guarda voces nómadas que se alzan lóbregas, la cámara que conserva la lanza de Longino, la negra Luna del impacto, el contacto con los contextos y los saltos, vacío, sagrado velo cubre la Tierra en una idea que atraviesa completo mi triste costado, clavo y clavo, no nos sacamos, tramo a tramo, Flores Del Barco, santo dolor que ensaña las profecías y entrelaza las hazañas, un cabo suelto en canto a sueldo, ha vuelto el gusto a llanto y el olor a pasto, césped, mármol y clavel, tragedia, himno, miel, tu aroma, tu beso, piel, un instante, un siglo, cruel, tus pasos, tu abrazo, riel, camino, estación, nivel.

Reacción, cadenas.

Una canción de moda, depresión, menta, granizo y tilo. La misión del Nilo, el café de Roma, el cuelgue y la comba, guías de formas, imágenes de Lorca. Humo pobre, pruebas locas, ausente en la ausencia, presión, ficción, fricción, tifón. Mi león de Buda se tomó el día, me robaron la cuerda que manipulaba mi cordura y en una lucha cordero contra curda, la burda soledad fuma en una entrevista absurda, caravana grotesca de visiones ambulantes, lesiones invisibles en el ánima desanimada, una grieta, dos persianas, una gringa, una franja. Fracasada intención de fracturar las prácticas, se quiebra dentro el cristal del Karma, se derrumban los lagos de las pestañas en cataratas de plasma, plateadas huellas en el prado del mantra, mientras marcas estallan en llanto, el manto de erratas, las razones de lata, no hay tigres en Siberia, no hay más rugidos en la soberbia santa.

Dos planetas comparten parámetros, dos navíos escarlata en venta, son manzanos tristes, manos grises, tensión al suelo, solemne vuelo, un hueco y dos lados, tres décadas temprano, témpano temblando, frívolo campo semántico, las ideas en un salmo, los peregrinos del ramo, ansiosos pasos en una pasarela en blanco, pardo rojizo y tranco apalancado, hizo agua el transporte del barquero de Hades y sabes, hundido con mi brazo extendido no alcanzo el anillo del director de blanco. Humillado por fantasmas pasados en la navidad en barco, cuesta digerir los besos en diferido, diluir los brebajes en un caldero humeante, chorrea espanto entre el desborde onírico y el cuarto menguando, silencio, charco, amargo sabor en tragos largos, antiguas fallas embarran la pista de los atletas parcos huyendo de lo que huimos tanto.

Feriado, festivo, finales perdidos, nos dejan los vivos, los muertos jinetes fundidos en el horizonte vencidos. La púa, el disco, la pared, el bistro, el prisma, estigma, viejos amigos encienden las lumbres en el sótano de los peligros, las noticias de ayer desencadenaron fulgores, refusilos de colores. En guerra con Pangea, buscando en bolsillos pálidos la panacea o el placebo a los dolores del pasado. Duermo hoy en brazos del depresivo estado de quedarse recostado entre los callejones del mi sitio sagrado, no alcancé el portón oxidado, no atiné el disparo, no volé sobre el Mediterráneo, no acabé el cuento de las sombras y el teatro, tiempo al viento y terminamos cenando los restos de combates que creímos superados.

Tigre.-

El firmamento del fulano.

Romantizar los límites, también los espacios, la magia de las líneas trazadas en prosa, de baldosa en baldosa o directo al infierno, el derecho a disfrutar de tu abdomen en invierno, el aroma del veneno de un guiverno en la garganta del diablo o los renglones de un cuaderno, tinta en el pecho de los tratos rotos, desechos, césped como alfombra a la sombra de una montaña, al pie de su forma, en una cabaña de lona, un fresco aroma y tus piernas catalanas en Girona, la piel extravagante como una chica Almodóvar, de la promesa cítrica en Arabia a la pesada carga de olvidar el cristal, volver a juntar los maderos que iluminarán las fresas de la botella que la Luna nueva proveerá, la fricción de la corteza que cala hondo en la crudeza de los núcleos, si Joan no anda, habrá que hacer camino al cantar.

Un hechizo de lago tiene el rostro perdido y tumbado, un embrujo de bruma tiene su mente cansada, aparcada a  orillas de la laguna, ninguna jugada será efectuada en vano, de la mesa a la mano, ningún peón merece ser sacrificado, a menos que el amor lo mueva al fulano, del sexto planeta al sexo en los colores de una paleta, el gallo de la veleta le sonríe a la escaleta del guión, la silueta del desenfreno se quita las gafas para hacer oídos sordo del pecado, lento y pausado el movimiento de las olas en la costa, no hay un pescador que conozca nuestra historia, nuestras metas, nuestros miedos o cartas rotas, las notas en mis libretas, sus placeres en la métrica. Juegas a contar estrellas en mi espalda o lunares en el firmamento, escribo junto al fuego que nos cuida de las plagas, tus besos como dagas me protegen del daño de las lenguas malas, tu mirada en un reflejo me aliviana, buenos viajes, vibran sagradas.


Tigre.-

Danzas meteóricas en las capitales.

Brazos entumecidos por trepar al cielo de la aprobación, puertas en piernas, primaveras, ceros y cuentas, sienes, cincuentas, el degradado de la conciliación heráldica, la metálica franja que separa tu realidad de mi capacidad semántica. Del visto a lo visto y de vuelta a un primitivo mordisco en tu abdomen cansado, dorado, macabro; soldado del ejército olvidado en los mensajes pasados, código menospreciado, marcados modales del lago helado, vieran los bólidos tus secretos instintos mundanos, guiarán mis pies descalzos las manos del plata que delatan en su estela plateada la figura que empaña a las Pléyades. Libra las batallas del canto y el trance, del daño y el fraude, el centro de un rosario ambulante, el campo sobre el que bailan las perseidas, entre esferas y afanes, las lagrimas de San Lorenzo, las voces radiantes.

Muñecas frustrantes, mecánica de infante, seguridad en casa, casualmente distante, gracia dignificante, significativamente insignificante entre los gigantes populares, firmamento iluminado por la sal de las pirámides, gemido contenido de las gemínidas, música en mis oídos los susurros de las líridas envolviendo en líricas minúsculas las melodías pasionales y el secreto de las verdades, misterios teatrales, milagros colaterales, simulación idílica del onírico pictograma semántico, románticas danzas bajo el abismo de los lamentos ajenos junto al muro de las vocales perdidas en los vocablos titulares. Mercados subliminales, pretenciones húmedas en inviernos atemporales, umbral lumbar que exploran mis pulgares, brutales sabores en el estallido de los paladares, probemos la velocidad de las funciones naturales, pongamos por delante el equilibrio y las notas musicales. Abre las manos para ocupar, para ocuparme, buenas noches a tus ojos enfermos, pronto joviales, buenos días a la pureza de tus capitales, hasta pronto, murga de tus labios libidinales, doy otro sorbo a mi té, almendra, lujuria y miel, doy otro beso al grial del carpintero, brindo por tus hilos, por tu estigma y por tu piel.

Tigre.-

Pacto fantasma en la terraza de los cuervos.

Del misterio del trípode a las columnas del Partenón, de los pilares oceánicos a la tortuga que transporta en su lomo la Tierra, un hábito tácito de saludar al pánico, las puertas del cielo, una trampilla al infierno, el ventanal del puerto y en el centro, la magia de tu imperio, piernas sabias, armas de viento, instrumentos de salva, protege mis parpadeos de madre Nix, la excusas de Perséfone saben dulce, pero sus besos son de Odisea.

Era de noche, sonaba un barón entre bandoneones y contrabajos, firmé con una pluma ebria de tinta negra un tratado silencio, en una torre antigua y solitaria corté lazos, cerré conexiones, bloqueé pasajes, me convertí en un fantasma para las raíces, degeneré mis genes y así mi esencia se volvió salvaje, así los vínculos natales no podrían rastrearme, bajo aquel cielo cerrado cambié mi sangre por un beso de Kali, soy un brazo torcido de un árbol partido como si un rayo lo hubiese divido, soy un medio huérfano a los ojos del Sol, soy un Tigre solitario en un barrio sin control, abandoné la esquina de los ribetes azulgranas, de las funciones de trasnoche, las cuadráticas son las más ingratas.

Cincuenta escalones de mármol helado, dos canciones y seis descansos, entrepisos, misterios mecánicos, un dentista lunático, un salón escondido y un ático, había chances de perder la junta en el portal del subterráneo, pero inesperadamente, la dama de la vieja Italia se hizo bruma en la antesala de la pandemia en Parma, jilgeros del cuarto Oriente, jirones son lo que quedó de un hombre traído a cuento en el lamento de la parca.

Firmé mi propio exilio por abandonar los vínculos perdidos, bajan las varas, oniros invaden lo vívido, abandono cubierta bajo una ola atormentada, me duermo en el segundo descarte de las pancartas, cierro mis ojos en comuniones sartas, dejo mi cuerpo, despierto en Agartha.

Tigre.-

Sin partes, sin puntos, sin planes.

Como una melusina astuta y traviesa, una medicina oculta en una pequeña caja de madera con adornos en cobre sepultada bajo los escombros de un faro derruido a las vistas del Castillo del Cisne, Circe cocina y condimenta, nigromancia o anti magia, un circo y nostalgia, los payasos no son lo mío, el patín me aburre, un dragón, dos cabellos en una almohada y la evolución del género, de la locura a la visibilidad, del anonimato a los acrónimos fatuos, los Cárpatos de Feehan, los pálpitos tántricos, los cálidos abrazos gélidos, los méritos místicos de míticos pasajes melódicos, los portazos, los calabozos, el agua rebalsando sobre los techos pintados por el cielo ruborizado en naranja de Cadmio, los labios, los cambios mentirosos en tanto más que seis meses y ni un año, los daños de saberse vencido o vencer al sabio, un doblón por cada vez que araño la espalda de la derrota, me vuelvo un maniático, me ahogo en miel y de dos en dos cuento las pupilas con perfume de almendras, el mundo se ve fantástico a la orilla del Sol, la baliza perdida, la misa en vendimia, la brocha que pinta la noche amable y la buena semana, el rayo de luz que parte en dos el filamento del firme momento, finalmente un fuerte viento nos trae algo de aire fresco, fuego, mareo, fragmentos de asuntos disueltos dispuestos a ser deseos difuntos en el funeral de los defectos, los mensajes que murieron esperando una respuesta y la apuesta del doble y medio escote a la luz de nuestra señora del derroche, libre brisa de un temporal en Bariloche que me obsequió un texto y seis conos de amor en rama, amaba a la duquesa, adorada maga de don Julio y su mafia, amada la dama del ajedrez y la partida inconclusa, cruzaron las gallinas el paso siempre con la luz a su favor y la prudencia cordial, la ladrona y la mordaza, los ruidos a la hora del almuerzo, el frío del final, un plácido Domingo, un verborrágico Viernes sin cultura, un escueto discurso sin florituras ni falsas licenciaturas, la descripción del paraíso en una mirada, la polifagia intelectual, el universo que de la mano por el centro decidimos crear, la dama de la buena memoria, la falta de sus faltas, de Vienna a Britannia, dos claves que cierran un pentagrama que cerca el perímetro del recinto en el que viven por siempre los presuntos protagonistas de los textos inmortales, huye de los mortales, invoca en vocablos sonámbulos los nombres de los volcanes, soy fuego escrito de corrido en terrenos íntimos, meridionales, soy el que hace que tus impulsos septentrionales giman al Sur de los arrabales, soy electricidad fluyendo en los tonos del cuento sin pausas, sin puntos, sin apartes.

Destino con eco.

Ilusiones ópticas, cromáticas, escalas atónitas sin tácticas, semánticas, la estrella del plata, Estella del mar, ni frágil como parece, ni resistente como pretende, púas de las palabras en sus oídos, la melodía de sus talones musicalizando sus pasos, armonizando su andar, verbo asoma, loba o zorra, juega sola, sola llora, mora del karma, salda la falta, baja la vara, salta la banca, blanca esmeralda pálida perfección, capta la magia, casta del mantra, aborda la barca de palabras santas que viajan sin capas al portal de tus sábanas blancas, reverberante potencia, tus manos se pierden y todo se tuerce al silencio, abre las cuerdas, mira al cielo una vez más, dale las gracias a la Luna por nunca darte la espalda, si aún cuando es novedad e invisible, ahí está.

Sentado bajo una farola en una esquina escalonada, a un callejón de la muerte de las maletas, en muletas anda hacia mí el deseo rengo de volver a los tiempos de los tiros de tres y las filigranas bajo la lluvia, veneno de las calaveras insistentes, dulce y pintoresco néctar de desaciertos en tus labios peregrinos, con ojos llorosos y el hierro de una jaula gigante de por medio, preferimos tomar un tren al destino equivocado que dejarlo pasar y perderlo para siempre. Fuimos decorado de la historia de otros tanto en las escaleras del teatro que nos vio ensayar el guión que aún soñábamos escribir, nos volvimos protagonistas de un circo sin luces ni sirenas, dimos dos vueltas al destino y más de diez años después, la voz en mis sueños suena igual.

Tigre.-

Perfume de calma.

El ruido gris de tu ausencia a la hora de dormir, un tatuaje sin decifrar en la palma de la mano de Fátima, un lugar, un espacio. Hay una puerta con cerrojo a mitad de un callejón, sin carteles, sin señales, una puerta color asfalto, a medio oxidar, pesada, metálica, sólida, difícil es abrirla sin que un estruendo sacuda el oscuro pasaje, peor al cerrar. Antiguas escaleras a punto de dejarnos tirados al costado del camino, descansos cubiertos con alfombras gastadas y sucias, entrepisos, pasillos con departamentos a ambos lados y justo antes de salir a cielo abierto por una última puerta, un lugar seguro. Llave, dos giros a la izquierda, tirar, soltar, empujar, pies descalzos, la puerta cierra sola por su propio peso, madera desteñida y astillada, llave a la inversa, dos cerrojos, tres golpecitos para los espíritus, un parpadeo lento, estamos dentro.

Desde lo alto se ven las luces por todos lados como luciérnagas en reposo pero la gente no aparece en ninguna de las ventanas, ni en las callejas distantes. Abro una botella con agua, un trago por los que no están, otro por los que no son, desprendo mi camisa, al suelo por hoy, como mis ánimos, abro las hojas de la ventana como si de un libro se tratara, apoyo un codo en el marco, marcan las dos en un reloj pintoresco pero estático, pocas nubes, una Luna con ojos apenados, la asfixia que traje del mundo exterior se apaga, giro la cabeza en círculos, siento la tensión desapareciendo, con un pulgar presiono la palma de mi mano, la comezón se va, voces en el callejón de las batallas sombrías.

Tengo un tatami heredado del urbanismo y la desfachatez, me siento en sus terrenos, llevo tiempo sin encender una luz en este lugar, es precisamente estar sólo y a oscuras lo que me hace sentir abrazado al regresar, a diferencia del exterior, no le temo a muchas cosas estando bajo este techo, sólo unas pocas, a mí mismo, a mi libertad de pensar, a lo que duerme en mi conciencia. Tengo un lobo durmiendo en un rincón, un fantasma conocido cocinando pétalos de rosa en un caldero, huele a flor en este sitio, a miedo, a soledad, pero también a flor. 

Me dejo caer de espaldas, me despido de mis compañeros de cuarto, al menos por hoy, ya mañana discutiremos aspectos terrenales, es hora de cambiar de plano, tomo del suelo a mi derecha un cuaderno que parece iluminarse, una pluma heredada y respiro el aire perfumado, es hora de salir de aquí, empiezo a pintar con tinta un mundo en el que soy más fuerte, más sincero, me siento mejor, cuando escribo estoy en un lugar mejor. Para llegar trazo un recorrido en los renglones. Salgo de mi cuerpo por un tiempo, camino cuesta abajo una avenida llena ruidos pero tras sólo unos minutos andando doblo a la derecha, hay una puerta con cerrojo a mitad de un callejón, sin carteles, sin señales...

Párpados y mariposas.

En doce realidades amanecí con quince verdades, en trece ciudades mintieron veinte deidades, en un abrir y cerrar de ojos llegaste, te vieron, gigante, perdieron. En otro altar protagonizaste cien finales, con labios rojos besaste a la fortuna y de la fortuna escapaste, cayeron los párpados sobre los que la mariposa descansa, un lento arpegio de besos y brotes, de texto y voces, tener presente el espectro que te mira, tenerte presente es un permiso latente en la vigilia, la Luna te espera a la vuelta de la almohada, de una esquina o un ritual, la Luna te canta una nana disuelta a la vera de un puerto en Labuán, bien, mal, estoy, estás.

Un paño grueso y pesado se desploma desde un barral, una cortina de pana gris nos deja a oscuras, oliendo a vainilla, a cereza y a melón, de espaldas oigo tus pies andar en una vigilia terrenal, hoy no quiero ver jugar las aves en el lago, hoy valgo las llaves que al cerrar rasgaron el retal que vestían tus muslos hidalgos. Cuando todo está difícil acá, en tu espejo se dibuja un llamado a la historia del calor voraz, cuesta reencontrarse con lo que dejamos atrás, cuesta más dejarlo ir como el pareo que el viento se se llevó al mar, tu espalda arqueada en un eclipse de sal, la luz del tiempo a tono con un grito en el canal, orquesta de amores perdidos y premisas locas de atar, el final está siempre tan cerca que cuando llega nos parece natural, un loco conocido, un bueno por conocer, un latido perdido, un abrazo en plural.

Y volvimos a mirar las marcas del costal, entre letras y garabatos encontramos el amor atemporal, no es un pacto con el diablo, es un trato con la dignidad, no es truco de unos diantres, es la liberación de los deseos perdidos en un baúl de nogal. Un periplo que huele a azafrán, un egreso que entra al lugar, el desfile de unos santos que hacen mofa en rima del escenario vacío un Domingo en la casa de la tortura militar, un camino que se bifurca, va, vuelve, sube, baja, pero sin importar cuánto suene el río bajo el puente, el camino no conoce final.

Prístina, el principio del todo.

Si vibra tu cuerpo vibra el suelo, tiembla el mundo, se alzan boreales las auroras de tu mirada, australes en tus piernas cansadas. Si las fuentes que desbordan de colores en el manto cósmico que nos cobija destellan en el brillo de tus ojos húmedos y distantes, estamos un poco más cerca. Es que, si la espuma baña la miel de las almendras abiertas, las venas se llenan de la prístina belleza de tus labios torcidos al Norte en una sonrisa sacramental.

Los espejos son sinceros, nos muestran tal como somos, aún así nos vemos distintos cada vez, con los mismos ojos, con distintas nociones, funciona en la introspección, tal como en la inversa, vemos al resto del mismo modo que lo muestran los reflejos, mas todos con una percepción distinta, ¿La mejor? Nunca. ¿La peor? Tampoco. Única, siempre. Con los ojos que te veo y los labios que te juro, con el pensamiento que te traigo, con las voces que te llevo, te esculpo en esencia y no en imágen, las almas salvan almas. Que el ánima nunca se extinga, que el aliento rebalse de espíritu, un gemido, un suspiro, un bufido de frustración, un cambio de aire, un resoplido para que la lluvia en nuestras comisuras caigan al río, un refusilo, parpadeo de los dioses en tus pupilas vivas y desafiantes.

Una cuerda metálica baila y te hace pensar, un abrazo te lleva a pasear, porque a un palmo de tu libertad está la voluntad que la va a impulsar donde tu inseguridad no quiera llegar, el puño que destruirá la barrera que tu miedo no quiera levantar, por las buenas, por las malas, por las maletas nunca desarmadas, por las veletas que giran cuando paso junto a ellas volando a dónde estás, por las grietas que quedan de temblores que amenazan con derrumbar tus planes, con las viñetas en las que boceteo el impacto de nuestros cuerpos colisionando, en un choque que terminó con todo lo que había, que todo lo creó.