Reacción, cadenas.

Una canción de moda, depresión, menta, granizo y tilo. La misión del Nilo, el café de Roma, el cuelgue y la comba, guías de formas, imágenes de Lorca. Humo pobre, pruebas locas, ausente en la ausencia, presión, ficción, fricción, tifón. Mi león de Buda se tomó el día, me robaron la cuerda que manipulaba mi cordura y en una lucha cordero contra curda, la burda soledad fuma en una entrevista absurda, caravana grotesca de visiones ambulantes, lesiones invisibles en el ánima desanimada, una grieta, dos persianas, una gringa, una franja. Fracasada intención de fracturar las prácticas, se quiebra dentro el cristal del Karma, se derrumban los lagos de las pestañas en cataratas de plasma, plateadas huellas en el prado del mantra, mientras marcas estallan en llanto, el manto de erratas, las razones de lata, no hay tigres en Siberia, no hay más rugidos en la soberbia santa.

Dos planetas comparten parámetros, dos navíos escarlata en venta, son manzanos tristes, manos grises, tensión al suelo, solemne vuelo, un hueco y dos lados, tres décadas temprano, témpano temblando, frívolo campo semántico, las ideas en un salmo, los peregrinos del ramo, ansiosos pasos en una pasarela en blanco, pardo rojizo y tranco apalancado, hizo agua el transporte del barquero de Hades y sabes, hundido con mi brazo extendido no alcanzo el anillo del director de blanco. Humillado por fantasmas pasados en la navidad en barco, cuesta digerir los besos en diferido, diluir los brebajes en un caldero humeante, chorrea espanto entre el desborde onírico y el cuarto menguando, silencio, charco, amargo sabor en tragos largos, antiguas fallas embarran la pista de los atletas parcos huyendo de lo que huimos tanto.

Feriado, festivo, finales perdidos, nos dejan los vivos, los muertos jinetes fundidos en el horizonte vencidos. La púa, el disco, la pared, el bistro, el prisma, estigma, viejos amigos encienden las lumbres en el sótano de los peligros, las noticias de ayer desencadenaron fulgores, refusilos de colores. En guerra con Pangea, buscando en bolsillos pálidos la panacea o el placebo a los dolores del pasado. Duermo hoy en brazos del depresivo estado de quedarse recostado entre los callejones del mi sitio sagrado, no alcancé el portón oxidado, no atiné el disparo, no volé sobre el Mediterráneo, no acabé el cuento de las sombras y el teatro, tiempo al viento y terminamos cenando los restos de combates que creímos superados.

Tigre.-

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