Mareas abiertas.

Un grito sordo que se reconoce aullido, ahogo, que se define libertad, dolores, que se consideran camino, soledad, que se alza mineral. Marea celeste patas arriba desde la ventana de Berta, las venas abiertas, las puertas sin juerga, avenidas desbordan lágrimas de tormenta y en la inundación del Delta bajan los duendes a jugar con Minerva. Apilados los cuadernos de Marcia, los recuerdos de Murcia, los pasajes de Grecia, un licor en Venecia, un canal en estática, una cruz eclesiástica, el frío polar de la desesperanza en campaña y las voces de una samba que entre tambores reza, "Dame un suspiro, silencio en penitencia, serás realeza". Impulsos, electricidad de fresa, desprecio intruso, melancolía sin gremios, desánimo gimiendo, el susurro de los sentidos afligidos en red, un milagro frígido y desdichado, juegos de azar con la mujer del manto, mal presagio.

Se rescatan tonos Borgoña y morado, se bañan desnudos los años dorados, se mojan los labios con el vino alquilado, rebañan las fobias de mi cuello las ninfas del mar de besos falsos, señales de tinta en dialectos hermanos, un tambor con eco en el vacío del palco. Quería afinar los zapatos, lustrar mis defectos y limar asperezas, fallé en la medición de los parámetros, se volvió alta la carga y los pasajeros perdieron su tren al mercado. Se abre la bóveda que guarda voces nómadas que se alzan lóbregas, la cámara que conserva la lanza de Longino, la negra Luna del impacto, el contacto con los contextos y los saltos, vacío, sagrado velo cubre la Tierra en una idea que atraviesa completo mi triste costado, clavo y clavo, no nos sacamos, tramo a tramo, Flores Del Barco, santo dolor que ensaña las profecías y entrelaza las hazañas, un cabo suelto en canto a sueldo, ha vuelto el gusto a llanto y el olor a pasto, césped, mármol y clavel, tragedia, himno, miel, tu aroma, tu beso, piel, un instante, un siglo, cruel, tus pasos, tu abrazo, riel, camino, estación, nivel.

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