Tigre de ojos blindados.

No me gusta perder, pero esto no es un juego...

No tengo tiempo de llorar, el tiempo muerto que poseo es el que te toma callar al silencio y hablar, no siento el tiempo pasar entre estrofas de caoba y azar, no envejezco a tu lado, crezco, maduro y me compadezco de los presos del tiempo testarudo. Tiempo es darle al suspiro una corchea de más, darle al hervor un toque de azafrán y dejar que la Luna se llene otro chasquido. 
De pie sobre un banco en un parque francés, un discurso al alba, hacer leña del árbol caído, hacer vino del vaso vacío, tango del paso frío, hace tiempo no hago un salto al abismo, hace un siglo no avanza mi ritmo cardíaco, hace tanto que no sueño que sueño contigo, hace tanto, tanto lío el escritor que ya casi no es mi amigo, hace algo distinto mi cuerpo dormido que lo hace dominio, hace tantos Domingos no pierdo los estribos, hace tantos años que escribo que es texto lo que pienso, lo que siento, lo que digo.


Hace mil olvidos éramos mujer y marido, la tinta y el estilo, la rima y ánimo nacido, hace un millón de constelaciones rotas que no tengo noción de lo que he vencido. Ponerle una sonrisa al desastre, sal a la herida perpetua para recordar por qué está allí, clavarse al suelo con el desgarro en el pecho para que permanezcas intocable y en paz, un silbido de humanidad en plena guerra, un zumbido aplaudido, un susurro invencible, una píldora para el rencor, un soldado en la batalla, un rey encerrado en el espacio reducido, un Tigre de ojos blindados.

No hay tiempo perdido sin algo aprendido, no hay enseñanza en vano si tu mano se cierra en mi brazo y queman como brasas bravas quemando el tiempo. Mujer, tus riendas y tus piernas escriben poemas en primaveras longevas, tus sueños me despiertan y los sueños de mis sueños me dispersan pero el rojo vivo de tus mejillas me reciben pieza a pieza, mancha a mancha, marca a marca, me rearman y entre el fuego que despliegas de mi ceniza resurge mi inconsciencia, locura y preludio, premonición y percepción, pulseras, persianas, portales y pociones de "De vez en cuando", profesionales sin profesión, maestros sin títulos, escritor sin libros, un hombre sin tonos, un hombre sin tiempos.



En un metro y poco más se esconde la mujer enorme, inmensa, en dos décadas y algún año se desarrolla la gran odisea de ser imposible en un enorme universo de posibilidades, en un papel pierde las cábalas un santo, en un reniego ruge el Tigre enfadado. Disipa el dolor tu tacto,
remplazando la euforia por el éxtasis tu pulso y tu canto, me encanta, me salva. En un minuto de tu tiempo puedo hacer preciosas caricaturas en tu piel y tu alma, las palabras alcanzan un lugar que no podría algo más, las palabras que deja mi boca en tu pecho, en tu cara con máscara de almohada, la palabra tatuada más allá de tu piel virgen o esclava, mi palabra, la que riego en tu jardín cuando mi cabello alborotado te canta, mi palabra, sangre del tiempo, santa plegaria.

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Tigre.-

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