Miradas fotogénicas.




Treinta veces dijo basta, treinta puntos tuvo que alcanzar hasta la victoria, al César lo que le corresponde, al pan, pan, al tiempo, tiempo, al pasado pisotones y a mona seda. Nunca tembló su pulso cuando menos debía, nunca hubo duda en su oración cuando su verdad decía, nunca hubo una partida perdida que no dejara un plus a su sabiduría, treinta voces se le unían si su idea unida se mantenía, nunca dio un paso al frente sin que otros lo siguieran, nunca dio puntada sin hilo ni son sin ton, se convirtió en Luna para hablarle a los que ver no podría, una manzana en mal estado pudrir no conseguía, las cualidades que nos forman como individuos nos condenan como piezas de una fusión y nos dividen como particulares en un grupo.

Somos patronos de la histeria, letrados de la insinuación y expertos en el arte del pulso acelerado. Qué bien suena la mentira en tus labios, qué triste la despedida en tu pollera y qué bien que algún día regreses. Tan pacífica la mirada de tus fotografías, el contexto de tus estrepitosamente inconclusas vacaciones, qué queda de mí en tu resta, qué resta de mí sin tu suma, de la mar la espuma, de las nubes bruma y de tu fiesta la rumba.




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Tigre.-





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