Alucina Lola.



Se fue la luz, como una mujer que te deja en el altar, se fue un mes como si tuviera alas, quedaron nuestros cuerpos aislados en un cuarto sin música ni programas, sin acomodador ni butacas, el repiqueteo de las once sobre el techo como campanadas en un pueblo fantasma, se fue nuestro uniforme y nuestro talante, varados en una pretención vacía y perdidos en un colchón morado, se fueron el loco, el sabio y el comandante al mando, nuestro barco sin control rompe hielos con un timón improvisado, se fue la cordura en un cohete a la Luna, Lola alucina, una vela ilumina y un Tigre ruge un gemido atolondrado, se puede ser feliz un trece de marzo, se puede terminar perfecto un caótico día que empezó siendo un caos, se puede iluminar un cuarto con el despojo desesperado de los pudores de otros usuarios.

Tengo las garras empapadas y desgarro las ropas de Lola mientras mis caninos de felino deshacen su decencia, pistones al máximo revuelven mi sangre hirviendo entre relámpagos y estruendo, afuera parece haber una guerra y dentro, entre las gotas de lluvia y sudor dos cuerpos físicamente dispuestos hacen las paces con la divina comedia y el infierno de un tal Dante.

No hay libros que describan lo que nuestras pieles fueron capaces de lograr en el primer palpitar de mis dedos en tus párpados, no existe ni existirá la leyenda de los amantes desterrados que encontraron la perfección del sexo en el primer grito y su constante encanto mientras los factores multiplican el producto de tantos años aguardando una décima de segundo en la que se atacaron.

Lola cuenta que pudo ver las manchas en la piel del Tigre extasiado, él dice que vio las alas de la dama que bajo sus sábanas flotaba y se alzaba entre los estallidos de luz de una tormenta fantástica. Podrán amarse u odiarse hasta el final de sus días, dirán que jamás se conocieron quizás, buscarán excusas para morir junto al otro u ocultar su enojo pero siempre sabrán que fueron un caos perfecto en el más perfecto desarrollo de los párrafos. Ella dijo que si naciera otro como él ni ese clon sería igual, él cuenta que la vio llorar cuando la primavera acabó.

De uno a otro y del otro a mí su historia transgrede los tiempos, transfiere los cuerpos y trunca los papeles, su más preciado tesoro es e recuerdo de lo que fue bajo el tejado de un cine abandonado, su mayor pecado no haber sabido encontrarse dos vidas antes para conocer el final por anticipado, o quizás, ésta historia fue cantada en el pasado y hoy sin saberlo se han reencontrado en el verso ya pintado en los muros de su refugio apasionante, desgastado, cómplice y testigo del milagro.




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Tigre.-

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