Cuerdas y tuercas crueles.



Cruel, cruel como Hyde, como el cazador, cruel como yo cuando juego a serlo. Cruel, despistada y prepotente, despintada e inteligente, sin pudor andas por ahí y tus caderas le dan un precio a vivir, monetizan cada instante de gloria.

Cruel porque vas a marcharte, lo sé. Cruel porque finges que no te importa verme así, hundido en el baile de los milagros distantes, distintos, divinos.

Digito, como en llaves y cuerdas, teclas y parches, dimito, acaricio tu pelo y me rindo, eres cruel, el clima lo es, destino de estar, delito de ser. Escribirte sigue siendo flagelo pero no puedo evitarlo, mirarte nunca dejó de ser un placer, un placer cruel y decadente, esa necesidad disidente y destructiva.

Un gorro de arlequín sin gracia, un suspiro que sólo ahoga, una píldora que no cura, placebo conformista, cuchilla de cotillón.  Cruel, cruel el tango que canté en París mientras salías de la lluvia sonriente y desordenada como mi baúl de juguetes a los seis.

Canto lóbrego y feliz, cruel, como tu beso la primera vez, sutil y pausado, beso que me volvió un cautivo de tí, de esos labios y su toxicidad absorbente, elixir de muerte, de vida y crueldad, delirio y milagro, mi muerte más reciente.

Como en un senado de funcionarios eternos siento la corrupción en mi cuerpo, sobra algo que no tuve nunca tan latente pero siempre supe que estaba ahí. Es tu crueldad dispersándose por dentro, tu perfume cruel, tu cruel mirada, la que era un disparate de deseos al principio y al final mi delirio cruel.

Te extraño Lola, a tu cruel movimiento, más aún a tus manos en mi piel, más que a tu cruel luminosidad extraño la voz de tu mañana reflejo de la crueldad de tu noche sobre mí.

Vuelve pronto y no te olvides de traer tu cruel libertad, que saberte real es menos cruel que no morder el sabor de tu realidad.


Tigre.-

Feliz cumple rubia, mi alma, mi hermana de la vida, te extraño un infierno.

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