Amar a pinceladas.



Una genialidad del sumo creador, obra sublime de su puño y pincel, de trazos sólidos aunque sutiles, sin duda desparramó sus conocimientos en la materia para pintarla, creación magnífica con una paleta desbordante de tonos preciosos, precisos, que componen un matiz puntilloso y delicado.

En sus ojos brotan de la negras pupilas gamas de chocolate, caoba y marfil. Creo que si la observo y me relajo hasta veo su mano dándole forma a sus labios de color almendrado y rosa, lo imagino difuminando con su mano alzada los colores desde el centro hasta las comisuras, dándole sombra con arte y detalle hasta unirlas con sus mejillas castañas antes de acariciar su cuello, sonrosadas a la altura del pómulo, celestiales mientras aman, desafiantes cuando batallan.

Las cerdas no se distinguen en la pincelada, sus cabellos parecen delineados de uno en uno, con la paciencia de un santo y la calidad de un erudito en lo que a la creación respecta, soltando puntas esfumadas, con una profundidad tal que en ellos podría intentar hundir mis manos, cayendo en el espacio algunos y otro en la espalda, otro gran detalle en la pieza pura descrita.

Espalda de pocos contornos, los volúmenes se encargan de darle geografía al respaldo de aquel cuerpo sublime, supremo. Del centro a los hombros se extiende una perfección sideral, con marcas que parecen haber sido allí adrede, una cintura de encaje, entallada como por el sastre de las sirenas, de ocre a mármol, de champagne a tostado, de Norte a Sur una historia, de omóplato a omóplato un pergamino, del cuello tan besado al paraíso en el que el artista se ha consagrado.

Sus muslos, delimitados por líneas de un sólo movimiento de su mano, sólo con una muñeca prodigiosa podría haberse distribuido el óleo con tal supremacía, las curvas que parecen haber sido calculadas por un matemático enfermo por su rama de la sabiduría, podría acariciar con mis yemas el lienzo durante horas sin encontrar un sólo defecto en su distribución, centro de atracción y aún queda más, ahí muere la espalda pero esto aún no acaba, lo que llega impacta tanto como lo que pasa.

Nacen sus piernas en la mejor fuente, como un río naciendo de una bella cascada, furiosa como cataratas, tranquilizante como un manantial de agua fresca proveniente de una montaña, pliegues recreados con profundidad y pasión, la espalda de sus rodillas, sus bordes cóncavos, tan importantes como cualquier otro detalle de su física, guiando al inexperto a sus talones, raíces de su tronco, el cable a tierra de la copa de la que quiero beber hasta la ebriedad, no te pierdas en el texto, aún hay más.

Sólo dos ramas principales, los superficiales las llaman brazos, yo las llamo vertientes. De terreno suave pero firme, complemento acorde al resto, culpables de la belleza de sus manos, cumpliendo el capricho del maestro, uniendo un torso impregnado de brillo y color, engalanando el panorama con sus manos, quizás la parte más importante del esquema.

Dedos finos, mágicos, capaces de llevarte del inmortalidad a perecer en un tic, líneas precisas y libres, podrías verlos moverse y no comprenderías cómo no se quiebran.

Debaten los sabios sobre quién podría haber sido musa de una obra tan, con líneas tan perfectas, con párpados divinos, con un vientre difícil de explicar, un sexo digno de dioses, un alma aún más difícil de graficar. Me veo dibujándola con los labios, me encuentro hipnotizado, el tiempo no corre mientras la observo, la vida no es frágil, la eternidad es real, única, imposible, casi tanto como no enamorarse.



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Nos leemos pronto, justo antes del fin de año. Disfruten, compartan si es posible, son libres de dar "Me Gusta" en la siguiente página y así estar al tanto de cualquier actualización.

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Tengan una gran semana! Abrazo, buenas vibras, buena vida.

Tigre.-

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