Anestesia sideral .



El brillo de sus ojos apagado en el brillo de mi cuerpo ardiendo, mi cintura dibujada entre sus uñas recién pintadas, labios de fuego, cine mudo por la mañana, besa la almohada, desvela mi jornada, revela mi libertad, alivia mi imperfección, eleva mi sexualidad y la vuelve arte, escribe en mi cuerpo con su pluma la frase que ansío oír al amanecer, me despega cien metros del suelo y a mil kilómetros por hora me hace caer, detiene mi corazón a tres centímetros de la realidad y en un suspiro orgásmico floto hasta acariciar las sábanas.


Pupilas teñidas de exceso, colmillos como sables desgarran su cuello, su piel, no hay pánico, temor ni pudor, la vida tan efímera como sabe ser se hace eterna mientras se aferra a mi espalda y no deja de moverse, se cubre de mí, me refugio en su Loto, se refugia en mi Lirio, el mundo huele a jazmín y la noche aún no comienza, comenta en voz baja y agónica lo que pretende de mí, me ama, la amo, no hay tormenta sin escándalo.


El trance de la hipnosis de su mirada perdida, exaltada, perfecta, intransferible, indiscreta, un corte perfecto en mi coraza, una cirugía a corazón abierto bajo la anestesia de su boca sideral, adiestramos nuestros cuerpos años para conducirlos con sabiduría sin saber que serían los nuestros los que darían cátedra de erotismo y conexión sexual.


Del grito al silencio hay un paso más corto aún que el que separa al amor del odio, del río que crucé a pie en medio de la ciudad para llegar a tu celebración, del silencio al grito hay una eternidad, pero una distinta, transitable en un parpadeo si las riendas correctas conducen el trineo del inexperto a la magnificencia de los sexos que como astros se mueven por el universo, corderos o lobos en la calle, santos o demonios en los papeles, de humanos a dioses en un abrazo, de fantasía a realidad en un orgasmo.



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Tigre.-

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