Tierra y galope.

¿Sentís el Soul corriendo por la habitación?
Me acuerdo cuando corriendo una cortina el fugitivo Sol se metía entre los árboles de un bosquecito medio viejo para pegarme de frente en la cara, y yo, recién despierto le decía "Buen día" con los ojos entreabiertos, escondiendo en mi bolsillo las esquirlas del sueño intrincado de la noche anterior, toda una oda a la simpleza, todo un detalle para un romántico.
Recuerdo que me sentaba a tomar un té muy barato y rendidor en una mesa de madera, en una taza de lata, y a fumar un tabaco y un pétalo de sal; que con los pies embarrados hasta el hartazgo caminaba rutas vírgenes, antiguas y llenas de polvo y huellas. A veces, cuando los afortunados de turno no estaban, era más facil robarse una yegua del establo poco vigilado para que el viaje sea más placentero, y juro que así era; al ritmo del galope, del trote o el paso lento, con un par de canciones viejas en la garganta y la misma mirada inquisidora de siempre, cubriéndola con una palma cuando el viento y su furia nos bañaba de tierra con olor a ozono. La tormenta solía hacerse presente a media ida; pero a media vuelta, los dos lomos seguían de paseo, y cantando juntos, hablando de cosas que jamás se sabrán.
No es un secreto que siempre fuí un soñador, y ese establo, con esa tormenta y esa compañía silente, a la luz de esa hoguera rústica, eran el motivo perfecto para dejar el asfalto y la niebla tóxica de lado por algunos suspiros, para ser mago o amante, escritor o noble; un momento irrepetible para navegar la inmensidad y palpar lo imposible, sentir ese crudo aroma del fuego y el agua en el techo de chapa, una eterna solución a los problemas de inspiración.


Will.-

Gustó? A mí si. Gracias a la mujer que amo, gracias a todos.

1 comentario:

  1. "Algo que distingue al verdadero poeta de aquel que codea por los honores, no es su modestia sino saber esto: que el destinatario cierto de la poesía no es jamás el público sino esa misteriosa calidad de lenguaje que el público adocenado no comprende. De modo que la ridícula desproporción entre la suprema dignidad de aquello y la vulgaridad del público que se menea y baja la frente obsecuentemente, con sumisión enceguecedora, ante los premios y las supuestas consagraciones, es tal, que el verdadero poeta se encoge de hombros y sigue su camino, fiel al verbo por el cual todo fue hecho y sin el cual nada verdaderamente viviente existe.
    A veces un Federico, a veces un Pablo, rompen el cerco de tinieblas y la luz se esparce por toda la tribu. Pero por uno de ellos, cuántas violetas muertas en el camino. Esto es lo que da al poeta fortaleza contra los editores estólidos y las audiencias bostezantes y las puertas cerradas. Ésta es su única recompenza, saber que aquello es inalcanzable y siempre nos sonríe- entre las tinieblas."

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