Cuatro y media.

Entre cuatro y cinco, entre humo y pan, entre mate y desvelo. Buenos Aires empieza a cubrirse lentamente con nubes que amenazan con llover, con inundar, con impedirme dormir una noche más. No logro olvidarme su sonrisa y salgo a descolgar ropa. Busco en lo cotidiano aquello que inspira, busco en lo vulgar motivos de texto. De mi trance me despierta una turbina lejana, y las luces de un avión iluminando el cielo nublado y marrón, se pierde entre bruma y de a poco el sonido muere volviéndose inaudible. Miro la hora, la vuelvo a mirar, sirvo agua, sirve de compañía, pongo PLAY y me dejo llevar...
Divago, como siempre a estas horas, sonrío, como cada vez que te veo cerca como aquella bruma en el techo, escaleras al cielo, calles y colinas, navegantes y mujeres, música, cuerdas, amor.
Un trueno, un flequillo, un libro y un dibujo, una lágrima que gira feliz por una comisura alegre y sin quejas, el vivo reflejo de la felicidad, pese al mal tiempo, en contra de la hora, sin importar los registros y la nostalgia amarga, sin contras, con toda una mujer como mi más hermoso pro.
Sos eso que todos los días de mi vida me convierte en afortunado, me hace sonreir, me deja disfrutar la música, el cine y cada arte, sobre todo el de amarte. Gracias.

Afortunado y feliz, hoy, en 14 o 15 horas, emprendo otro nuevo viaje, el mismo camino, con más ganas que ayer.

Buen Mayo a todos, buen día mis amigos, buen día mi amor, hoy nos abrazamos.

Will.-

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