
Intenté mirar con tus ojos, pero una especie de manta nebulosa cubría todo cuanto veía, se me ocurrió que en tus oídos todo podía estar más claro, pero claro, no lo estaba, los sonidos entraban por una pequeña puerta, se tambaleaban y caían al suelo dejando sólo el ruido sordo de su peso golpeando en tí. Corrí desesperado hasta encontrar el monitor que indica las sensaciones que el tacto deja, y lo encontré apagado, no había mucho por pensar, me acerqué a tus manos y me senté sobre ellas para observar que tanto estabas tocando nada, te ví intentando percibir algo, pero por supuesto, tu piel nada sentía, horrible sensación.
Pensé en tu mirada nublada y miré tus ojos, ví humedad, lágrimas, noté que se movían casi desesperados de un lado al otro, como buscando una señal, un algo que de algo te sirva, pero encontrabas nada, o no notabas que ahí estaba todo lo necesario, tus oídos parecían tener cuchillas, cada cosa que a ellos llegaba era asesinado por el malestar y perecían en el vano intento de alcanzarte, ni una sola palabra lograba acercarse a tu mente para aliviarte, y tus manos, casi desmayadas, desyemadas, desilusionadas, permanecían en estado de coma, insignificantes, aburridas y tristes.
Salí de allí, salí de tí, me alejé y grité con todas mis fuerzas, nada pasó, me puse frente a tí y salté agitando los brazos, pero demonios no me viste, me escabullí entre tus dedos y los moví acariciándome, los pateé y los mordí, pero seguías en tu trance.

Me incliné y cambié, te abracé completamente, casi evitando que respires, y mis brazos entorno a vos se transformaron en seda, en abrigo, en un inmenso yo.
Luego de un largo y tedioso minuto medio, logré oir de fondo una ténue pero sincera respiración y me percaté de que allí estaba todo lo que necesitabas, aire, sangre, existencia.
Entendí que tus ojos abarrotados de lágrimas no son de suma importancia, que los sonidos que te rodean podrán ser solo ruidos molestos y muertos que jamás consiguen que les prestes atención, y que tus manos pueden o no sentir lo que entre ellas pueda haber, pero ahí, adentro, muy en el fondo, sigue estando todo lo realmente esencial, el aire, el tic tac de tu corazón, las raíces de lo que la vida te fue dejando para crecer, ahí hay más soluciones de las que un mundo entero en mil años va a necesitar, porque ahí estás vos, donde siempre estuviste, la belleza natural, la magia, la gente, esos que hoy, como yo, intentamos brindar calma, una mano, una melodía que despierte tus sentidos, una sonrisa que aplaque el llanto, una palabra escrita en lo que debería ser un papel.

Ahí estamos, acá estoy, para mi novia, mi amor, quien me necesita y extraña, a quien necesito y extraño, a quien amo con locura.
Ahí estamos, acá estoy, para Euge, que es como una hermana y siempre fue y será igual, porque no tengo idea qué puede estar pasando, pero si ella sufre, yo sufro, porque si ella olvida sus raices, todos estaremos muertos.
Ahí estamos, acá estoy, para Pato, porque se lo merece por estar ahí, siempre.
Ahí estamos todos los que día a día hacemos y decimos, sentimos y leemos, para los que a cada segundo nos preocupamos, acá estoy, quien escribe, para su amor y su dama, para su hermana de alma, no de sangre, para su amigo, para un colega.
Acá estoy, para todos ustedes, me necesiten o no.
Como hace años lo dije, los héroes no nacen en situaciones favorables, hoy, que todos estamos entre cuerdas, es un buen momento para renacer héroes.
Will.-
Buen día, mañana, un año más viejo, un año más viejo, más sabio, o más estúpido, pero más enamorado, más hermano, más amigo.
Buenos días a todos, aunque no lo parezcan, aunque no lo sea, hagámoslos BUENOS DÍAS.