Historias de muñecas.

Ambas tenían ojos de cristal, brillantes, como espejos, se cuidaban mutuamente, compartían sus historias en tardes de viento húmedo y salado. No se trata de jugar con muñecas, se trata de gratitud, devolución, equilibrio, ciclar y completar un circuito, leer al lector, proteger a la protectora, honrar y mimar. 

No se trata de una fecha única, pero el homenaje siempre se agradece, no es sobre un título sino una vocación, algo instintivo, salvaje y natural. Por las que no fueron, por las que lo fueron sin serlo, por las que se fueron pero tras un siglo del voluntariado en pos del amor, por quienes no pudieron elegir y lo padecieron, por las que pudiendo elegir, siguieron; no tiene nada que ver con los vínculos forzados, sino con la crianza de oficio.

Ella le contaba historias nuevas de muñecas viejas, le cocinaba recuerdos maravillosos que hoy serán cobijas durante el frío, la acompañaba a primera hora de la mañana empezando el día, la custodiaba en la vuelta al hogar por la noche, una, otra y otras mil veces más, sin salarios ni cortesias. A veces, las madres de las madres, hay casos de hermanas, hijas de las hijas, la madre de siete que adoptaba otros sin por puro amor, la mujer de tus sueños, la de los sueños de otros, las que educan, las que forman, las que resignan su ocio sin resignarse.

Feliz día a las madres, legales, espirituales, del alma, institucionales, con o sin vínculos, hoy y cada día, siendo hermanas, hijas, nietas, amigas, compañeras, maestras, pareja, sin ser ninguna, siendo todas a la vez.

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