Alicias daltónicas.






No estamos para derrochar fanfarrias y colores en papeles daltónicos, letras como medicinas y guirnaldas en el analfabetismo de los sabios de mentes con cerrojos, no vale la pena amarte si tus ojos sólo miran su propio Yo, si tus labios cantan sólo la canción para que bailen los filósofos, ¿Quién canta para el corso y baila para los fóbicos? Caballos salvajes en tus poemas pinté y pintaste en mi boca el telón final de tu era, tanto fue, tanto eran, éramos, eras.

Vengas tarde, no vengas, la venganza es un plato que me aturde el estómago y paso de ella, la paz es interna e intelectual es mermelada bajo el árbol de las libélulas, que vengas, vayas o vuelvas, vuelas tan bajo que arrastran tus pies pero te crees cometa en el séquito trastornado y de repertorio arcaico, te vendieron perro por liebre y ganso por pavo real, me vi cantar The Beatles sonriendo y no te vi alrededor, salí a pintarrajear rimas abruptas en la Osa Mayor, en la Aldebaran de mi tauro y tu viaje terminó en una frase de Pitágoras.

Tijeras para cortar la seriedad del amanecer sin pistas para aterrizar y aterrorizar a los sonidos de alerta entre estrellas de carnaval, festival estelar en remedios de ningún niño fantasmal, pantallas obscurecidas para navegar y pistolas para explorar, me das tranquilidad a un precio que no puedo pagar, pues seguiré mi viaje de inseguridad en la soledad demencial de los que ven más allá de las explicaciones lógicas, de las Normas y las Alicias en el país de las alcantarillas, tengo reloj pero no veo la hora, las posturas de revista son más para mis amores que para mí, cuerdas y cordones desatados, cordura en un barrial de barrio bajo, literatura sin instrucción, amor por lo que se hace, se dice y se calla.



Tigre.-

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