Piel demente.





Dame tinta y pinta mi piel con tu belleza distinta, dame diamante desde tu clave de Sol, baña de oro mi piel y poro a poro tu nombre sudaré, dame violencia en tu pasión y con demencia y despojo seremos fervor y clemencia, cerrojo, libertad y penitencia. Labios rojos dame furia en mis ojos y fulgor en mis rugidos, sumemos orgasmos y restemos bombardeos, lavemos nuestras manos en el sudor de nuestra revolución y rescindamos el contrato. Los calendarios nos esquivan, las calles inundadas nos unen y la obscuridad nos desnuda. Justo a tiempo los relojes se detienen, tus agujas me entretienen y mis manos degustan la infantería de tu vientre, fuego que converge en sábanas de cien mil hilos se desgarran en nuestras ansias que emergen. Tengo ojos de Tigre y podría en una mordida confinar tu loto a una fábula diferente, lavaré en tu grito mis deseos indecentes, quita tus ropas de en medio que este río corre en una sola dirección, la de tu cauce. Terrorista de tus sentidos, ataque certero y masivo a tus instintos para tener tu territorio rendido a mi cintura, de rodillas a mi mundo de placer y aguacero, golpes de sexo en tus muslos desiertos. Que la única guerra sea la de los cuerpos en vela, que la seducción gane a los tratados, que los únicos botones sean los de tu camisa, los disparos sean de complicidad, de risa, ojalá tus alijos guarden mi lumbre sobre tu rencor, ojalá Lola te acuerdes de mí y sonrías.

Silbar una canción en francés aunque el diluvio te ahogue los párpados, buenos y malos muchachos, salpicones de agua pura de asfalto y un pasaje de encanto, santos y vampiros tras los ojos de Julia, salmos y espantos de caída libre. Libre, por disparate u omisión, somos libres porque no hay cadenas para las ideas ni prisiones para los principios, las excusas saben más a huida que a justificación y mi aroma a tu cuello sabe a plenitud, prisionero del éxtasis de tus curvas cuando bailas, rendido a tu marcha desde el momento en que tu lencería desenvainas. Ligera inquietud de olvidar tu voz, pergamino de salvación y el agudo crujir de tu cuerda más demente en tu último verso, papel de arroz, mágico conector entre este mundo y tu gruñido feroz, muerde mis brazos amor, mis palabras redundan, pero retumban en tu alarido precoz.





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Nos leemos pronto, espero hayan disfrutado el texto.


Tigre.-

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