Perdóname por ser distinto.


Sería magnífico si me concediesen un baile con la mujer que tuve entre los brazos el primer Septiembre soleado del siglo pasado, sería toda una maravilla poder hablarle al oído de cómo el tiempo nos ha castigado, recompensado o simplemente envejecido, sería un detalle de condescendencia permitirle a un hombre demostrarle al tiempo lo que ha aprendido, crecido y lo que han ido dejando en su integridad los errores cometidos.

Sería maravilloso poder tomar su rostro con mis manos relajadas y sin temor mirarla a los ojos, de uno en uno saltar sobre ellos con el reflejo de lágrimas mezquinas, levantar su rostro acariciando su mentón y posar el puente de mi nariz en su mejilla, mi frente en su entrecejo y tomar su cabello entre mis dedos, sentirlo escurriendo como el mar en la capital, quiero verla crujir una vez más en cada botón que se desprende, quiero verla quebrando su cintura con mis manos arrastrando su ropa al suelo como el viento la arena en el desierto, puedo rodearla al completo con un brazo y esclavizarla en el hueco de mi pecho, torturarla con los colmillos que abarrotan pero no marcan, puedo condenarla a pasar una década con sus muslos en mis palmas y mis manos apresando el empapelado de la catedral del río calmo, soy yo las rocas contra las que la corriente la hace estallar, hago espuma de la marea que nos mueve y tormenta sobre ella el aire que nos sobra.

Puedo meditar una vez más intentando que la energía no se desparrame por el sendero de los bárbaros, puedo reclamar la tierra que me fue concedida a gritos en la ceremonia en la que nos consagramos, despojados y despeinados, quisiera ver a aquella mujer hoy bajo las fauces del Tigre manchado, agazapado entre tus piernas, acurrucado en la usina de tu pre ombligo, post infarto, con uñas en garras que se aferran pero no arañan, con dientes en una mordida que apenas si en la piel se clavan, rugido que cruje en el cuello como sobre el mar un trueno, entre mitad y mitad somos un todo, un plano astral con una que otra nota musical, como cóctel de frutas, una reseña mental, un gemido tibio en el invierno fundamental y al final, el calor de mi cuerpo contra el suyo contra el suelo contra el fuego de su espalda y de sus senos.


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Tigre.-

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