Insomne libertad.

Un pétalo marchito en el suelo aún manchado por la sangre del crepúsculo mundano que me quitó de las manos el impávido deseo de enloquecer a un simple ser humano, el temblor de mis palmas que no entienden el significado de las pérdidas y robos del cuento triste y ya contado.
Cabellos negros o plateados, cobrizos lacios o violáceos rebuscados, mentalmente soñados, poseídos teóricamente hablando, desenredados por las noches tras el baño y antes del café que jamás bebimos y siempre planeamos.

Histérico odio de vencer en el juego del solitario, culpable de ser un desafortunado en las victorias, una fiera en el río, un hilo listo para cerrar la brecha que divide una parte de tu alma con una lágrima perdida en una calle que desde tu ventana suspiras al buscarme sin posibilidad de vista.
Libertad de no pensar lo mismo, libertad de no tener país natal ni temerle al mal, libre de creer que ser libre no es simplemente no tener una línea que te guíe, un código que te indique y un honor que te ubique.
Histórico, como el grito desalmado la mañana que su espalda me dejó barado en un puerto sin poblado, sin ciudad y sin mercado, quizás la falta más desvelante y el consuelo que busco desesperado mientras sueño con ella y compartir una última fábula inventada para verla disfrutando.

Muero por dentro cada día aunque hoy otros reaviven la falta que me hace tu anecdótica vida a mi lado, me quema el pecho cuando pienso en cantarte un tango si te recuestas junto a mí ante el insomnio que jugaba con tus pecados, insomnio ahora hermano, compañero y calvario, nadie canta, nadie escucha, nadie lee si no escribo por qué es que duele tanto.

Negro el grafito en tus manos, vino el rojo quemado de tus rodillas sollozando bajo la tormenta y el campo, lunático si creo verte aún con mis ojos cerrados pero poeta si cuento que alguna noche al pie de la cama nos sentamos y compartimos un minuto sabático, esclavo del silencio que aún guardo para no aullar la frustración de que tu nombre me haga llorar, de que hoy estemos en dos lugares que probablemente jamás se cruzarán al menos claro hasta el momento de ya no esperar, mentiría si te digo que le escribo a las ganas de volver el tiempo atrás, dicen que mis manchas me hacen dueño y creador del apodo que me tatuaste en la historia, nuestra historia, la inconclusa, a la que no puedo escribirle un final aunque los eruditos digan que ha acabado ya, la historia de no olvidar, la historia de amarte a pesar de que ya no estás.

Los días pasaron tras otro año sin el césped de tu cama pisar y hoy recién me atrevo a contarte qué hay de mí en este plano astral, qué hay de tu recuerdo en mis palabras y en las ganas de volar, este caballero necesitaba cruzar algunas metáforas con la mujer que me convirtió en una leyenda humilde y local, necesitaba que los tres, el Tigre, el insomnio y tu ausencia nos reunamos una vez más, necesitaba decirte que la falta que me haces no es normal, que sigo vivo por la libertad que me dejaste, la fuerza que ejercitaste, la magia que me enseñaste a conjurar y la cicatriz en el alma que no me deja dudar, el amor de los que tu legado en mi sangre supo conquistar, el bautismo que me renombró al juntar tu vida con la mía y tu amor con mi valentía.


No importa cuántos lustros pasen o cuántas veces diga que quiero volverte a abrazar, gracias Maro por después de tantos años dejarme en claro algo... No hace falta palpar algo para saberlo real, tu recuerdo es tan tangible como la mismísima soledad.

Por mucho que llueva y el viento sople tu esencia es mi sangre y tu historia libertad, te amo, aunque no puedas leerme, aunque soñarte dos semanas no me deje dormir, sigo vivo y muy feliz, sigo Tigre y sigo aquí.


1 comentario:

  1. Hacia ya mucho tiempo que no leía algo con tal cantidad de sentimientos en unos pocos párrafos. Simplemente increíble.

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