Existiré mientras me leas regresar.

De entre todos los males, de tantos mares sin colores vengo yo a naufragar en el negro petróleo de tus ojos sin fondo. De tantos testamentos sobre los que prometí no orar vengo a pecar de profeta del mandamiento de tu pecho. De entre tanto bache y tanto pozo vengo a tropezar con los de tu sonrisa, una y otra vez, de lado a lado de tu presente, juré no perderme otra vez en las flores y las piezas de Chopin, aquí me ves, rendido al abismo que hay entre el rosa de tu abrigo y el rojo de tus manos, como un niño que desconoce los orgasmos o un texto que excita a las menos flexibles, a quien le hagan falta latidos que los robe del corazón mío, a quien le sobre capacidad para entender, que no le sobren las palabras y al que tenga miedo a la locura que no beba del manantial de tu espalda con la curva de los idiomas.

Transforma, implícita en los pictogramas de la comicidad como la verdad que entre broma y broma asoma. Te escribo entre bastidores de teatros sin canciones, me gana el pudor de saberte leyendo con ojos temblorosos y dedos inquietos, con aquel morbo inconsciente por verte protagonista de este deseo lleno de vértigo y memoria demente. En este plano perdido entre los indiferentes te encuentro desnuda y enfrente, nos separan tus labios imprudentes y mis ganas de morderte, no te traje para invitarte a una copa bajo el álamo de un cementerio diferente, no conozco un lugar más privado que este infinito blanco, donde se vinculan nuestras mentes, el espacio que yo invento y donde tu procedes a hacerte inquilina durante un tiempo indiferente que pasa por alto que existimos bajo su manto y nos deja libres de formalidades y etiquetas, dejemos la solemnidad para los conventos.

Estamos solos en esta inmensidad pulcra y ausente de relieves, estás frente a mí con tus pies descalzos y tus caderas bajo mis dígitos, ¿Preferirías que llueva? Pues ya tienes tus cabellos húmedos, no mires al cielo buscando razón, no busques un cielo, esta sala eterna existe porque existimos nosotros y si uno se marcha volveremos cada uno a su realidad, somos creadores y habitantes de un espacio único y condicional. A tu derecha una alfombra sobre la cual recostarte, tú decides el diseño, el color y cuánto abarca. De pronto estás recostada sobre ella y yo sobre ti, porque para eso nos trajo el escritor, descansa tu mano sobre mis tatuajes, el puente de mi nariz y la convexidad de mi frente reposan en tu abdomen, si mis labios se separan es culpa del perfume de tu cintura atrapada bajo la mía, si ha dejado de llover es porque tu pensamiento está sonriendo en otro beso ficticio.

No hay que ser magnífico para escribir mas hay que ser preciso para traerte al altar donde de pie te alzo en brazos con tus piernas en mi cadera y tus manos en mi cuello, la luz es tenue y tu cuerpo imprudente, no te muevas si el autor no te complace, no te quedes quieta si no quieres marcharte de mi reino intelectual, no muerdas mi boca si alejarte prefieres.


Tigre.-

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