Encerrada en la coraza que te caracteriza, maltrecha, gastada por las balas que sabe tener destinadas para nosotros la vida y disparadas a discreción sin miramientos ni consideración de a tandas tempranas. Manos como plumas para crear matrices de lo que vas tocando, formando un recuerdo casi palpable de lo que recorren los extremos de tus dedos delgados mientras tus ojos supervisan el resultado final, podría dibujarte entre suspiros pero nunca describir de manera precisa la forma que tienes de hacerme sentir contigo un señor y sin ti un vulgar mendigo del destino.
Hombros puros de papel, sueños pardos como los ojos que me miran andar, llanto silencioso y corrupto, limón para tus heridas, miel en tu verdad, máscaras que quitaste de tu paso y pintaste con colores de coral, océano de cicatrices y desierto de perpetuidad, un recubrimiento blindado para un cofre desbordante de capacidad, tus maneras de cambiar el mundo son un manjar para el hombre hambriento del Neanderthal, joya en una montaña de cal, un ser único en un universo de falsedad, piernas de asfalto, andaría sobre ellas un desierto hasta toparme de lleno con tu manantial.
Tanto he pedido a lo largo de mi vida que te pido una vez más, dame, dame de tu intrincada simplicidad, dame un poco de tu manera de brillar, con el color del caribe en tus poros y el del infinito en tu pensar, hazme libre en tu frivolidad pero con tu tibio abrazo hazme temblar, grita si te sigue una jungla de la que quieres escapar pero no dejes de cantar, porque en tu voz quebrada y en tus labios de teatro musical se congenian sonrisas y cerveza artesanal, emborracha mis caídas y así, entre la queja y el desgarro, será el desastre un carnaval.
Tigre.-
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