A palabras.



Perdón, es que... Creí que ya no me leías...

Sus palabras fueron píldoras para el insomnio, los pliegues de su piel canales para la lluvia y el viento. Sus miradas piensan que pueden evitar mi voz, pues su boca transforma el deseo en locura que desborda. Su maléfica figura y su andar firme inundan de perfume el infinito, infernalizando el paraíso, santificando el pecado y masificando mi ansia.

Si pudieras decirme que sí, ¿Si pudieras mirar a través de mí qué preferirías ver? Tal vez la respuesta a tu duda, el saldo a tu deuda, un imperio de intenciones, las mejores de ellas, un emporio de miradas cruzadas con el silencio de las imágenes, una mueca del Sol a la hora de dormir, una respuesta a la pregunta que necesita un señor.

Puede ser el enroque de la última torre, puede ser el caballo de batalla, puede ser el movimiento de tus piernas acercándote hacia mí mientras yo miro el cielo desorientado, puede ser que mis rodillas castigadas hayan golpeado fuerte el suelo, pero me alivia saber lo rápido que me han vuelto a poner de pie.

Puede ser por su silencio, puede ser quizás que tu beso me confunda, que tu ausencia me corrompa las ideas, que verte tan bella nuble mi conciencia, pero pensé que ya no era lo mismo, no estaba seguro de que realmente siguieras ahí esperando mi beso culpable pero animado, luminoso y perfumado, no quise que te sintieras apartada, no quise que creyeras que aunque no te mire no te tengo enfrente todo el tiempo, perdón mi gran amiga, pero después de tanto tiempo la mente juega sucio y el aire es casi humo, perdón por no gritarte que te extraño como siempre...


Perdón, es que... Creí que ya no me leías.

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