Debo pedirles perdón por la demora, estas últimas semanas sufrí la confabulación de los contras en pos de mi perjuicio, supongo muchos sabrán el por qué de mi ausencia, quienes no, ya no importa.
Quise grabarles algo para compensar el tiempo y la distacia, por eso les traigo texto y audio, para ustedes, los que aún me leen...
Para todos, mucha suerte, buenas vibras, muchas gracias!
Sueño antiguo, canción nueva.
No necesito a alguien para bailar, como no necesito Sol para amanecer; no necesito ver para creer, creo en lo que amé y no fue, en lo que nunca se dejó vencer, en lo que no tengo y extrañaré.
No necesito a alguien para bailar, como no necesito Sol para amanecer; no necesito ver para creer, creo en lo que amé y no fue, en lo que nunca se dejó vencer, en lo que no tengo y extrañaré.
Reivindicar las pausas, revalorar los silencios, alimentar
suspiros y ya no maquillar más llanto, dejar ir el canto, nuestra razón va en
ello, el proverbio propio, moraleja antigua, kilates ingrávidos, portales
apagados, no somos últimos, no somos héroes, seremos todo y nada cuando las
cartas den veintiuno y el reloj las diecisiete, alguien sabe de mí, alguien ya
me olvidó.
Arcas, la última fábula, el rey, el santo, la jungla vasta,
basta de bastas, a tirar los dados rojos, a gritar las faltas.
La oí cantar, recuerdo su voz por lo bajo, giró
y dándome la espalda sonrió, lo sé, siempre sonríen, alborotó su cabello y
salió paso a paso, nunca la tuve ni la besé, pero me siento más que satisfecho
con mi desempeño, sus sueños son míos ahora y también el platónico resplandor
de su alma.
La muerte me acarició la frente secando mi sudor, me arrebató
el aire y mi característica calma, mas no tomó lo importante, se impuso, dejó
su marca y siguió. Para ser honesto, hace años no me sonrojaban los astros como
estos últimos días, supongo que debería decir “Gracias”.
La muerte no espera, no acepta monólogos impertinentes, no
quiere tu dinero, no quiere tus pieles, no le importan causalidades ni la calle
Baker, no quiere saber qué tanto llueve mientras duermes, o si Lola aún se
estremece al besarme bajo el diluvio universal.
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