Pimpollo con aroma a Jazmín.

Sobre un suelo de baldosas grises y heladas tengo una mesa plateada de una sola pata, sobre la superficie metálica fría y brillante un tablero de ajedrez de cristal blanco y negro, con piezas de cerámica pintadas con acrílico. Una pequeña silla a cada lado cierra el campo de batalla. Rodeada de paredes azul Francia la habitación carece de aberturas, sin puertas ni ventanas, sin fotografías innecesarias, sin pinturas abstractas, sin adornos superficiales, sólo una lámpara gris de luz tenue para mirarnos a los ojos.

Mil partidas se han jugado en aquel cuarto privado, mil batallas se han librado y han liberado a mil soldados caídos en su lucha.
Un ambiente cálido corta con todo aquel frío entorno, un bandoneón toca el tango favorito y sólo si es uno afortunado, el rosal deja ver sus pimpollos y el jazmín se deja sentir.



Se han desarrollado partidas épicas en este estadio, se han llorado galones de lágrimas, se ha visto morir y nacer a la magia y la ilusión varias veces por turno.
Es  mi habitación personal, donde tengo más de mí que cualquier otro de los que puedan andar por ahí diciendo saber quién soy, un cuarto Azul y plata, donde tengo el tiempo del mundo para cantar, bailar y jugar, pero también, donde tengo la plena facultad de decidir cuándo y por qué será mi próximo suspiro o lamento.

Un pequeño cielo ideado no para ser feliz o disfrutar, sino para estar conmigo mismo en cada decisión que tenga que tomar, en cada argumento que deba analizar, jugando al ajedrez contra mí, escuchando tango y, si soy un poco afortunado, viendo un pimpollo y oliendo un jazmín.

Cada quien tiene su cuarto personal, para estar solo y con nadie más, cada quien tiene su pequeño mundo para pensar, cada uno sabrá como es el suyo.


Disfruten de Julio, disfruten del frío, disfruten.

Carpe Diem.

Will.-

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