Una flor que llevaré tatuada.

En un sueño malcriado me topé con un pasado perdido en una plaza de concreto, cubrí mis ojos y dejé crecer una carcajada mientras leía la fábula del santo y la zorra, de la estrella en la piel, sin poder recordar cuándo fue que me dormí.
Claro de miel en el rojo del azar, del As y de las gafas, nutriéndome de miradas tristes que sólo yo aprendí a encontrar, cantando bajito para no despertar a nadie, para que no me roben este instante de niñez y madurez en el que las gotas de rocío se sientan a mirarnos jugar.
Mi memoria tiembla, falla, no consigo terminar la canción, quizás la inconclusa no haya sido sólo una, o quizás, todavía queda historia por contar, pasos que dar, tierra por levantar y llanto por llorar; una historia no sepultada hasta que no muera la última vocal del último acorde. Mientras haya tinta en la sangre habrá besos por entregar, mientras siga habiendo alguien esperando en algún lugar motivos para seguir no faltarán.
Hay que afinar la pluma y clavarla en la yugular, hay que levantar la frente y mover los pies, las revanchas llegan solas y hay que estar listo para ganar, pase lo que pase, sueñes lo que sueñes, no hay lugar como una lágrima que supimos guardar para sentarse a cantar, con ganas de cantar, con ganas de escribir, con ganas de ganar y de llorar y ganas de amar y ser amado, con ganas de enseñar y ser educado. Nacimos con un emblema tatuado, una estrella, una flor o el infinito, estandarte de pasión que no muere, mi corazón, espadas y jazmines con aroma a nostalgia, Gardel, Serrat y la nona en el techo estrellado, una melodía que aunque el mundo crea terminada, no tendrá final hasta el día en que decidamos volver a volar.
Ay Luna, si pudieras en mi boca dibujar esa sonrisa que  en el medio del cielo negro me muestras al momento de apagar las luces del día que está a punto de acabar...


Perdón por la demora, acá estoy.

Vamos por las 4000.

Buena vida y buenas vibras, muy pero muy buena suerte.

Will.-

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