Cenizas de Plata

Una vez más miro por el balcón el cielo de una Plata más oscura, por no decir menos brillante, una Plata gris y desconsolada, una ciudad que por la noche abre las puertas del cielo al infierno por algunos billetes, que ilumina las calles con pólvora y la acústica de los árboles transmiten en vivo para todo el lugar el estallido de las balas contra el rencor, una Plata no tan cotizada como solía serlo, una manera más sutil de expresar que hoy es pobre como pocas veces.
Una vista más extensa, colores nuevos, un sonido aplastante… Sonido en el cual nos refugiamos y canalizamos, colores en los que nos abrazamos antes de salir, nos amamos incluso antes de despertar y calles que exploramos por vigésima vez un día como hoy, una ciudad hoy más significativa que ayer, más activa, más política, más geográfica, una parte del mapa alejada de las fronteras, las fronteras vencidas. La distancia, tan poco potable, tan descreída del amor, tan derrotada, tan mía, mi amante de noche, mi amiga de día, la clave de Fa, la clave del Sol.
Con el mástil de mi nave resignado, con las cuerdas que me amarran a la creatividad oxidadas, cortadas, gastadas; con la espalda y las manos cansadas de andar, con la actitud intacta y el amor… El amor como siempre, siendo sincero, dependiente de su permanencia, independiente de mis pasados, cruel y sentido sin sentido alguno, nostálgico y olvidadizo, un amor de esos que en los textos no tienen lugar; los recursos literarios al día de hoy no abarcan tantos aspectos y calificativos como para llenar un papel, es aún más gratificante eso que el sentimiento de expresarlo, es más real ahora, es total, ya no más cables, no más… Hoy amo, en tres dimensiones, en colores, hoy amo más allá de lo que las probabilidades y los incrédulos estipulaban, hoy amamos, hoy ganamos.

Will.-

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