Sol en contra, universo a favor.

Con la ausencia de discreción que sazona la alevosía dibujo pagodas a la derecha del cielo mientras la Luna vestida de rojo como en una canción de mis padres susurra una voz de arrullo en tu oído, besa una plegaria a orillas de tu ombligo y arropa con su manto de luz blanca el frío de tus rodillas. Imágenes de barcos navegando hacia las ruinas de Cartagos en lienzos de los romanos.

Busca en los pasillos de la humanidad detalles de pureza el hombre maltratado, ojea por encima a la gente y se decepciona en cada par de ojos verdes que no contienen nada, como cántaros vacíos. Dobla en cada esquina pretendiendo encontrar algo que le devuelva la esperanza, que lo ayude a creer que aún queda algo por lo que valga la pena detener el paso, reduce la marcha, se gira a un lado, se gira al otro, tiene una puerta enfrente, la patea y con resignación en la sombras de la gente que hay dentro se pierde.

Obsequia sonrisas condescendientes a la audiencia en general, sigue en busca de detalles, detalles que no hay; juega a descubrir las intenciones de los demás, se entretiene viéndolos burlarse de los códigos, de los valores y la libertad; todo queda en silencio, pero algo llama la atención entre el montón de extraterrestres, una luz, algo que brilla de manera extraña, pero bella, como apagada pero infinita, algo hace que entrecierre sus ojos para afinar la vista, una absurdamente grande en el centro de una cloaca desbordante de vulgaridad y cadáveres de mediocres, la falta de ruidos se hace más notoria conforme se concentra en mirar a la cara al fantasma de la zorra en la bruma, no es que el mundo haya enmudecido de pronto, ni que las aves hayan decidido que ya no querían cantar, no tendría sentido que las gotas ya no repiquen contra el techo al llover, no, todo es espiritual, nada enmudeció, es solo que él ya no le presta atención a nada más, aquellos ojos sonríen por dentro y él necesita oír esa risa, ya la encontró y quiere conocer cada uno de sus detalles.

Él se sienta en un bar, tuvo una mala noche, sintió emociones fuertes y pasó de la euforia a no poder evitar ser feliz, la zorra y el tigre se conocen, desde siempre, desde toda la vida, comparten mil cosas y mil veces se amaron, las manos le duelen, fueron juntos a pescar, pasearon de la mano y bebieron de la misma copa, compartieron un eclipse que se debían desde hace una eternidad y cuando se besan lo eterno son ellos, estando cerca el mundo se apaga y solo saben verse entre sí, porque el resto no existe, porque el mundo puede esperar y si no pudiese, que se joda el mundo.

Ellos son uno y entre ellos hay algo único que el tiempo no puede borrar, no importa qué tantos días pasen, da igual los años que los adelanten, tarde o temprano el tiempo apremia. Él no quiere irse, ella no lo quiere dejar, él no quiere soltarle la mano, ella se aferra cada vez más, con sus brazos, con sus piernas, con su sonrisa magistral, con sus detalles estúpidamente maravillosos, él tiene un par de brazos que la envuelven, una boca que la adora y un cuerpo al que le fascina su presencia, ella tiene al Sol en contra, un ejército de virtudes y la ventaja de asemejarse a un universo en el que pueden vivir tranquilos, les da igual el tiempo, les da igual el resto, son simples porque no hay nadie tan complejo como ellos, que cierran los ojos y se complementan, son el amor al cuadrado, una supernova cuando sus cuerpos colisionan, la banda sonora de su propia realidad, son la fantasía de los que sueñan con amar de verdad, tienen un papel fundamental para la humanidad, sonreírse entre ellos con sinceridad para que el mundo aprenda a sonreír de verdad. 


Tigre.-

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