Alma rota, imponente.


Leeré de tus páginas cada letra, besaré de tu piel cada dibujo, beberé de tu miel cada milagro en que me haces renacer, estaré en cada huella que dejes, aunque no me veas, aunque no te enteres. Tomaré tu mano y te guiaré hacia adelante, invadiré tu pecho para evitar tu ahogo, seré tu sonrisa cuando tu boca tiemble, tu seda cuando tu mirada llore, serás mi calma cuando nada concilia mi sueño, serás mi fuente cuando la sed me despierte, hablarás de mí entre dientes y te nombraré consciente de que hay verbos prohibidos que duermen en mi mente. Hablaremos en silencio, cantaremos para vernos, nos veremos inconscientes y nos amaremos sinceramente.

Veré el ocaso con el sosiego que me describe como natural, serás la lucha que me mantiene en el filo de la ira y el resplandor que me adormece cuando duele el cuerpo y tiemblan los párpados, tendremos tanto que ver que ciegos nos hallaremos en el distante anhelo, apagas mis ojos furiosos y relajas la mueca de locura al Norte de mis pestañas, en el meridiano de mis facciones. Canta una canción que hable de mí, baila que tus pies yo sigo desde aquí, vertiente de sacrificio no detengas tu canto, porque alma, tu voz es el capricho imprudente que hace brillar a las estrellas en un cielo refulgente, siempre tuyo, siempre mío, siempre el mismo, nunca diferente.


Alma no extrañes este cuerpo maltratado, imperfecto y dolido por los años que golpearon hasta llegar al presente. No reveles al supremo penitente el secreto de mi vida eterna, la formula de mi resurrección permanente, no le comentes al juez que aunque me condene a una eternidad de exilio siempre volveré para volver a verte, alma tengo un contrato contigo, inquebrantable e incalculable en tiempo, nadie sabe que por mucho que intenten acabar conmigo tu piel será el féretro en el que muera y tu mirada el vientre que me traerá de vuelta al infierno donde vuelvo a conocerte.

Ojos negros, piel rupestre, sonrisa fría, sangre caliente.

Alma nueva, alma dueles, bienvenidos los hombres al club de los desalmados porque bienvenida es ella que cuando se marcha se lleva el último tono de mi voz raspando en la garganta el grito que canto cuando te extraño. Te escucho alma, alma te escribo, le hablo a tu cuerpo dormido y a mi alma, alma que se vino al lado mío cuando tu vida, mi vida, se hizo el rugido que acaba en tu gemido.





Tigre.-

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