Divagar

¿ Puede acaso el cielo reprocharnos un error? Puede que sí, puede que no.

Puede que un colibrí hoy no tenga ganas de beber la dulce sangre de un pistilo, puede que quieras verme ir o volver a ti, mas no podrás saberlo mientras no haya labios que mientan perdón.

Querrás cambiar de ámbito, de espacio y de tiempo, querrás ampliar el espectro, pero los rencores no te dejarán en paz, lo que alguna vez fuimos no será más que miel en un pasillo, no más que el mítico aullido de los lobos a la Luna llena, serás pausa en la carrera de este rengo, serás el silbido del viento en tu vientre turquesa.

Quimeras que van y vienen ciegas, kilómetros de seda abrigando tu recelo, cuartetos sin mis libros, cultivos sin fe, sin mí, sin él.

Reclamo como mía esta tierra de prado y nado, de piel y lago, de nada y nadie, reclamo este Sol irrespetuoso como propiedad de mis ojos chocolate perdidos en su brillo, reclamo el amor como inconcluso, impetuoso lo nombro, inclemente lo sufro.

Los actores secundarios, mas protagonistas que yo se encargan de ir y volver escena tras escena, nuevos vestuarios, nuevas escenografías e incluso mascaras que ocultan su personalidad y su nombre, oculto bajo seudónimos y fantásticos títulos...

Uno, dos, tres y más libros una biblioteca eterna y a disposición del consumidor por la módica suma de lo gratuito, eso son sus ojos para mí, sus perlas de muñeca, sus muñecas perladas, sus Mí, sus Fa y sus tres octavas, sus cinco notas de yapa.

Volverán quizás alguna vez los tiempos de diván, volverán quizás, sentado en este muelle húmedo por el río tibio esperaré la señal que tal vez me devuelva la vida que prometió volver y aún no llama.

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