Sonríe Déjà vu.


Nunca supe tu nombre, me acostumbré a llamarte por tus detalles, te bauticé Paraíso a fuerza de buscarte y buscarte en el desierto de los finales abiertos, te pinté de blanco y rojo para celebrar tus dos siglos junto a mí y te vi borrar con una mano las costuras de mi cráneo, dejando dentro lo que debía quedar, quitando lo demás. Te vi llegar y no entendí dónde podría haber nacido un ser tan especial, con potencial para inspirar no sólo a Leonardo, sino además, para que Mona Lisa sonría pese a su fatalidad, lo veo en sus ojos, entiendo su malestar, pero si ella pudo hacerla torcer sus labios cómo no va a lograr torcer mi voluntad, si yo quisiera no haber venido mas aún menos deseaba decepcionarla, tuvimos ganas de disfrazarnos de ausentes en más de una ocasión.


Al fin sudamos en el diván de una psicóloga haciendo horas extras por oficio, de divino maleficio vestiste las maléficas deidades, almas y verdades fueron armas y cristales, verte fertilizando lo que el frío marchitó y adorarlo como tesoro hallado, botín que algunos mambos atrás en otras rumbas se halló pisoteado, bailarás hoy al ritmo de mi tango porque no pienso apartarte de mi cuerpo excitado, mordí tu vientre y jamás lo mencionaste, desayuné fricción contra mi canto y a la hora del almuerzo bailé en un dos por cuatro la milonga de tu espalda contra mi pecho y tus pies en punta, frente a frente contra el muro de los lamentos, un panorama distinto, diferente, una postal que ni Leonardo tuvo el placer de pintar, mano a mano con la vida y con la muerte, latiendo fuerte, amando literalmente, frenéticos a las horas de disimular, meticulosos a la hora del amar pero sin perder instante, dame la droga de tu odio farsante y bebe de mi piel la tinta de las madrugadas, con ella pintarás en vela el sendero de tus ropas por el suelo, ven a mí con tus tobillos descalzos y tus ojos narrando lo que cien pergaminos, come de mi verbo y con mi ferocidad fantasea, sueña con probarme y hace crujir sus dedos, me imagina recostado sobre ella y tomando sus muñecas sin dejarla mover, pero seguimos cada uno con lo nuestro y ya no la volveré a ver, seguiremos siendo amantes y de manera alarmante deseándonos, hasta que alguna vez, algún día, cada instante de placer pensado y desmedido será real y gritará Déjà vu un coro espectral.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario