Perduras en mí como el bandoneón del giro de Ariel, tus voces quedaron zurcidas en el atril donde pinté tus males y en los mares donde ahogué las penas plenas que aposté en el casino de tus fríos pies y mi helado clavel, no me hables en francés que para rencores tengo a mi guitarra, no me vengas con tus nombres que Lola sabe que nadie me oye gritarle mi déficit ni mis plenitudes, para deudas tengo las verdades nunca dichas y para riquezas tengo sus locuras en despertares fugaces y rosas, cazaré por ti mujer el monstruo que quieras, seré la fiera que me pidas sea, pero no me ruegues deje de pensarte ni en bares ni durante mis viajes, para eso ya es tarde y así como así seremos intelectuales del gemido, grita con el jarabe y libera tu cabello mojado durante las navidades.
Se hace difícil a veces olvidarte, olvidarme que tu encanto hizo maravillas y que mi mejor canción es la que nunca escuchaste, mitómanos y milagrosamente congruentes, complementarios y comprometidos a no comprometer lo que nos unió en Junio y nos separó en Agosto, dame Amatista madre y dame estrella mi perpetua mueca, dame de tus ojos de miel la colmena para extasiarme en la dulzura de tu canto cuando vuela, dame más suela para caminar tus distancias, dame huella y que la huelga de mis maestros nunca vuelva, dame refugio aunque sea en tu celda y cierra con nosotros dentro, llévame de nuevo a tu centro y disculpa por los largometrajes perdidos, mi tiempo sin ti es tiempo perdido y pierdo la conciencia cuando es contigo, furia y pergamino entre Buenos Aires y tu ombligo, invierno en tus brazos es verano sin abrigo, perder los estribos sólo si en el galope es para que te muestras tal y como eres.
Son tus labios coral el andamio perfecto que necesito para pintar en tu cielo el ojo del huracán de tu pelo desordenado sobre los vértices de tu milagrosa arquitectura corporal, el día que te conviertas en puñal todo acabará, te llevo tan en mí que tu filo será gemido y canción final.
Tigre.-
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