Meridianos tiranos.

La Flor del Sur tiene tallos fuertes, pétalos como pupilas, negra y radiante, supernova la novia.
Las tres han dado y sereno, como el selenita en la privacidad de la Luna nueva, el Eternauta con su eterna melodía bajo la parra de la infanta, tornas tornasoladas, soldados sumidos en su mantra, un vacío pintado en la espalda, una serpiente, espadas. Vasos llenos de desesperanza en bandejas de sensaciones contrarias, eco, ola, balanzas, balas y bayas, bandas, franjas, márgenes marginales en textos de maestranza, rampantes, arcaicos, futuristas, marginales.

Meridianos a veces enteros, a veces parciales, menguantes, mermantes, mercantes de planeadores estelares, transporte transparentes a futuros distópicos gigantes, frustrantes al fallo, imposibles al tacto, teóricos, tiranos, militantes del amor, tiránicos.

Fundamentos astrales que por milenios fruncieron el universo y lo plegaron como seda en un desierto monótono. Volvíamos sentados del viaje tóxico del tren y el diesel de su líder intelectual, volvíamos hablando de los tiempos, los digitales, los funcionales, pero a la altura del parque de los docentes, señalé el cruce con un gesto se mis manos, se alzaba brillante y completa, más pálida que nunca, enorme, como si durmiera sobre la pendiente a cuatro esquinas del columpio, deslumbró tus pupilas y en un brote de alboroto me dijiste en los labios que tengo que amañar la Luna, el beso de los sueños plateados, el sueño de los besos fantasma.

Mareas abiertas.

Un grito sordo que se reconoce aullido, ahogo, que se define libertad, dolores, que se consideran camino, soledad, que se alza mineral. Marea celeste patas arriba desde la ventana de Berta, las venas abiertas, las puertas sin juerga, avenidas desbordan lágrimas de tormenta y en la inundación del Delta bajan los duendes a jugar con Minerva. Apilados los cuadernos de Marcia, los recuerdos de Murcia, los pasajes de Grecia, un licor en Venecia, un canal en estática, una cruz eclesiástica, el frío polar de la desesperanza en campaña y las voces de una samba que entre tambores reza, "Dame un suspiro, silencio en penitencia, serás realeza". Impulsos, electricidad de fresa, desprecio intruso, melancolía sin gremios, desánimo gimiendo, el susurro de los sentidos afligidos en red, un milagro frígido y desdichado, juegos de azar con la mujer del manto, mal presagio.

Se rescatan tonos Borgoña y morado, se bañan desnudos los años dorados, se mojan los labios con el vino alquilado, rebañan las fobias de mi cuello las ninfas del mar de besos falsos, señales de tinta en dialectos hermanos, un tambor con eco en el vacío del palco. Quería afinar los zapatos, lustrar mis defectos y limar asperezas, fallé en la medición de los parámetros, se volvió alta la carga y los pasajeros perdieron su tren al mercado. Se abre la bóveda que guarda voces nómadas que se alzan lóbregas, la cámara que conserva la lanza de Longino, la negra Luna del impacto, el contacto con los contextos y los saltos, vacío, sagrado velo cubre la Tierra en una idea que atraviesa completo mi triste costado, clavo y clavo, no nos sacamos, tramo a tramo, Flores Del Barco, santo dolor que ensaña las profecías y entrelaza las hazañas, un cabo suelto en canto a sueldo, ha vuelto el gusto a llanto y el olor a pasto, césped, mármol y clavel, tragedia, himno, miel, tu aroma, tu beso, piel, un instante, un siglo, cruel, tus pasos, tu abrazo, riel, camino, estación, nivel.

Reacción, cadenas.

Una canción de moda, depresión, menta, granizo y tilo. La misión del Nilo, el café de Roma, el cuelgue y la comba, guías de formas, imágenes de Lorca. Humo pobre, pruebas locas, ausente en la ausencia, presión, ficción, fricción, tifón. Mi león de Buda se tomó el día, me robaron la cuerda que manipulaba mi cordura y en una lucha cordero contra curda, la burda soledad fuma en una entrevista absurda, caravana grotesca de visiones ambulantes, lesiones invisibles en el ánima desanimada, una grieta, dos persianas, una gringa, una franja. Fracasada intención de fracturar las prácticas, se quiebra dentro el cristal del Karma, se derrumban los lagos de las pestañas en cataratas de plasma, plateadas huellas en el prado del mantra, mientras marcas estallan en llanto, el manto de erratas, las razones de lata, no hay tigres en Siberia, no hay más rugidos en la soberbia santa.

Dos planetas comparten parámetros, dos navíos escarlata en venta, son manzanos tristes, manos grises, tensión al suelo, solemne vuelo, un hueco y dos lados, tres décadas temprano, témpano temblando, frívolo campo semántico, las ideas en un salmo, los peregrinos del ramo, ansiosos pasos en una pasarela en blanco, pardo rojizo y tranco apalancado, hizo agua el transporte del barquero de Hades y sabes, hundido con mi brazo extendido no alcanzo el anillo del director de blanco. Humillado por fantasmas pasados en la navidad en barco, cuesta digerir los besos en diferido, diluir los brebajes en un caldero humeante, chorrea espanto entre el desborde onírico y el cuarto menguando, silencio, charco, amargo sabor en tragos largos, antiguas fallas embarran la pista de los atletas parcos huyendo de lo que huimos tanto.

Feriado, festivo, finales perdidos, nos dejan los vivos, los muertos jinetes fundidos en el horizonte vencidos. La púa, el disco, la pared, el bistro, el prisma, estigma, viejos amigos encienden las lumbres en el sótano de los peligros, las noticias de ayer desencadenaron fulgores, refusilos de colores. En guerra con Pangea, buscando en bolsillos pálidos la panacea o el placebo a los dolores del pasado. Duermo hoy en brazos del depresivo estado de quedarse recostado entre los callejones del mi sitio sagrado, no alcancé el portón oxidado, no atiné el disparo, no volé sobre el Mediterráneo, no acabé el cuento de las sombras y el teatro, tiempo al viento y terminamos cenando los restos de combates que creímos superados.

Tigre.-