Droga de drogas.


Otro texto que me deja más que satisfecho, lo sumo a lo FELIZ que estoy por las repercusiones del texto anterior, por algún extraño motivo ustedes sintieron lo mismo que yo, o al menos varios de quienes lo leyeron, gracias por todo el afecto, la devolución que recibí de tantas partes distintas, para ustedes, un poco más de esto que tan humildemente hago, y que tan bien me hace.

Gracias por compartir, gracias por los elogios, gracias por las críticas, por estar.

Considero que se merecen un adicional por haber sido tan generosos conmigo y mi creación así que esta vez también les dejo un audio para que me dejen (o no) acompañarlos en la lectura... Nos vemos al pie de página...



Droga de drogas.


Despacio, yo sé que temes, pero no encuentro otra solución a mi sensación de abstinencia. Despacio, que estoy a un paso del abismo, a unos centímetros del purgatorio, del suicidio y la locura, del final de mi existencia o el inicio de lo que viene, del final de lo que llega y el comienzo del final. Despacio, despacio muero poco a poco, me despido de este plano astral, me resigno y caigo, simplemente me desplomo.

Me libero y siento paz, me relajo, me dejo llevar y sólo caigo, caigo una y otra vez en el mismo territorio en que otros ya supieron suspirar por última vez, o por vez primera. Ambigüedad, sensaciones en discordia, alguien tiene que desprendernos el odio, alguien tiene que regalarnos la calma, así sea en el último instante antes de dar el último paso o en el primer segundo tras haber nacido.

Sin mirar atrás, sin pensar en más, sin querer llegar ni querer empezar a no pensar, sin escuchar más que música para conectar. Siempre la misma historia, es siempre el mismo final, me acerco cada vez más y de pronto no hay manera de evitar la anestesia y la bofetada en el rostro de la verdad, siempre tan perfecto el instante, siempre tan instante y tan poco eternidad, siempre sintiendo que el tiempo no tiene tiempo para andar de suicidio en suicidio, se aproxima el golpe, el telón y el final.

Llego al borde de un precipicio y no puedo dejar de disfrutar, bailo, con mis pupilas inyectadas de libertad, ¿Cuántos de ustedes mi droga adivinarán? Pues bastantes son los que equivocados habrán de estar, como un marinero preso de un pirata legendario me siento en la plancha caminar, esta droga avanza cómodamente en la expropiación de mi sentidos, mis ojos empiezan a brillar, cristalinos y llenos de un fulgor inesperado, mis labios se secan, los humedezco lentamente con mi lengua, mis músculos se tensan y siento como todo está a punto de acabar, mi cuerpo parece estar al borde de explotar pero a su vez una mítica felicidad me aborda como una brisa primaveral sobre un muelle sin pintar, mística toxicidad calma el dolor, hoy habré de caer.


La luz se apaga, mis párpados pesados se desploman unos sobre otros y el colapso no tarda, al fin el fin, estallan los astros en el golpe de los labios, dulce néctar, vicio nocturno, droga de drogas, cantina de ebrios, paraíso de inspiración, suicidio de poetas, caigo entre los labios de la mujer que amo, caigo a los pies de la astuta emperatriz del amor, soy un adicto al cuerpo que me despierta de la realidad, que me duerme en sueños, mi droga es tu sonrisa al amanecer, mi droga es el beso que me das para sanarme, en el más bello cielo de verano, o en el más profundo abismo.


-------------------------------------------- O ----------------------------------------------



Una sonrisa, un beso, una mujer, un alma, el amor, droga de drogas, gracias por sanar día a día mi dolor.

Tigre.-


No esa luz.



Como ya lo dije hoy ni bien terminé de escribir esto, hacía mucho no me sentía tan bien con algo escrito por mí, espero a ustedes les genere al menos un poco de lo que me generó a mí.



No esa luz.


Tuve un sueño, tuve un premio y un enlace directo al ribete de tu pecho, tuve ansias de tu cuerpo una vez más, me distraje en un papel de arroz y una rana de chocolate, recordé la tinta que llevas escondida en tu piel, tinta que llevas por mí. Desperté con una canción que llevaba el nombre de una mujer que no conoció el sabor de mi frente ni aún después de ausente.

Desperté otra vez en una habitación rebalsante de artilugios y libros viejos, moví mis piernas y la cama rechinó, sentí un gélido aire suspirando en mi cuello, acerqué mi mano a una vieja linterna gris pero su luz no emitía calor, no esa vez, no esa noche, no esa luz.

Sentí la sed que nunca había sentido, sentí el perdón de quienes fingieron ser amigos, sentí que el cielo retumbaba tras la madera reseca del techo antiguo. Una púa tartamudeaba un crujido varias veces sobre un disco ya finalizado, mis párpados pesados amaban la sensación de despertar sin gritos ni penas, me giré y sólo alcancé a hacer una mueca de fastidio, no estabas ahí, ni allí, ni aquí, ausencia le dicen los que gustan de dar nombre a los dolores.

Que difícil es caer en la cuenta de que te soñé toda una noche, quizás hasta una vida completa y aún no sé a qué sabe tu piel
embriagada con lujuria.

Vienes con tus pies al natural deslizándote como lo hace una nube sobre el aire, con el dorso de la mano acaricias la cortina morada y dejándola llover entre tus dedos la haces a un lado permitiéndole al Sol mirarme amanecer, despertando en un sueño en el que aún no eres mía, soñando soñar tenerte, mintiendo claramente, sucumbiendo desesperadamente ante la ilusión de amarte.

Tuve un sueño, tuve un pequeño fragmento de canción y texto, tuve síntomas de no sentir más, tuve la sensación de estar despierto y la ilusión de no volver a ninguna otra realidad, mis manos temblaron, mis ojos no, mi voz te cantó un tango y con total franqueza pensé en amarte una y otra vez hasta perder la razón entre tus piernas, te esfumabas como la niebla a medida que el día envejece, no quiero este sueño acabar si es así como nuestra historia llega a su final, huelen a capital las flores cuando vuelvo, saben a nada los frutos de nuestra cama, no quiero, no me dejes…

Mi piel se llena de sensaciones, giro mi cabeza y veo la primera luz del tiempo que me queda escurriéndose a un lado del placard, despierto sólo, más sólo que ayer, más sólo de lo que estuve y estaré, parpadeo lentamente, me llevo ambas manos a la cara, otro Domingo enluta mi semana, el sabor amargo del sueño machacado, el color sin color de los ojos de un hombre desconsolado.

Un suave ruido se oye y la puerta se abre lentamente, entras a mi habitación apenas apoyando los pies, hasta parece que estuvieras practicando tus pasos de baile incluso al caminar, el pelo te cubre el perfil, te giras hacia mí y levantas una ceja, sonríes de lado, abres tu boca como para decirme algo, pero sin hacerlo vuelves a sonreír, sin emitir un sonido boceteas con los labios la mímica de un “Te amo”, frunzo el entrecejo como un Tigre enfadado, tuerzo mi cabeza a un lado, copio tu sonrisa y lanzo un beso tu boca como destino, inspiro, jazmines, su aroma reconforta, sigues bailando tan feliz como lo serías en mis sueños, cierro los ojos de nuevo y huelo la realidad, siento el sabor de la miel y el color de tu risa a lo lejos me hace brillar.

--------------------------------- O ---------------------------------


A mis amigos, los verdaderos, los que estuvieron conmigo SIEMPRE, los que se dicen mis amigos porque estuvieron conmigo en los momentos difíciles, no porque yo estuve en los suyos, los que saben qué me pasa y qué no con sólo pensar en mí, los que no dicen "Pero" ni preguntan por qué, los que me acompañan en la música, en la literatura y en la vida, para ustedes, feliz día.


Tigre.-

Mayo de aperturas.


Aquel invierno precoz convirtió mi Mayo en un martirio, mi feliz día mas bien un día para el olvido, mis piernas estiradas, un televisor encendido, tras mi espalda y cuello un almohadón mullido y entre la fiebre y la falta de amigos, un boleto de ida a las profundidades del hastío.

Tenía junto a mí más gruyas que suspiros, más crayones que pistilos, era un niño solitario en mi historia de llaneros, pudiendo ser un rey siempre jugué a ser Aladino. Mi abuela inmaculada y sus recetas de familia me mantenían en batalla, mi aire ya no alcanzaba para derrocharlo una vez por segundo, un médico, una enfermera, una paciente y una urgencia, mi casa nunca me resultó tan anarmónica y vacía, mi madre y sus escuelas benditas, el libro que cambió mi agonía por caminos.


Abrí una puerta y estaba en el infinito, temí, la cerré y el mundo se cerró en mis narices, limpié mis lentes de niño y giré la gruesa tapa forrada de tela e hilo, conocí al hombre que en su empírica historia de nieblas y humos fundó la escuela del placer escondido, por primera vez en mi mundo de estudios las letras eran más que garabatos y mililitros, estornudar empeoraba mi estado físico, pero el polvo de las páginas amarillentas daba aire a mis sentidos, mientras mis pulmones trabajaban a jornal completo y yo sólo vivía con un cuarto del aire mínimo, un joven atlético saltaba dentro mío con su arco y una daga, haciendo de héroe aunque el mundo lo cazara; mi corazón galopaba, como el corcel negro de la historia pasada, mi cuerpo reclamaba y maquinas colaboraban, peleaba por fuera con el tiempo, por dentro con la muchacha que amarraba mi nombre a la corteza rugosa y en medio con el resplandor que alargaba mis mañanas. 

De dos en dos las fábulas devoraba, de tres en tres las torres escalaba, de cuatro en cuatro mis horas calculaba, la medicina maneja tiempos extraños.
Me enamoré de las damas que otros salvaban, aprendí a rescatarlas y ganarme sus almas, aprendí a encontrar respuestas en el marco de unas gafas, entendí que en el mundo no hay suficientes páginas para explicar lo que nos pasa.


Will.- Tigre.-


Fotos por Photo Pixel y Yo.

Dulce historia ajena.



Misterio, culpa y pretexto, parámetros inciertos de un pretérito muerto, un segundo en tus labios, un eterno infierno. 

Deja el calor de una hoguera, cierra tras su espalda una puerta de madera pintada y sin darle vuelta a una llave concluye otra etapa, besa con sus ojos cerrados al invierno pleno. Escapa a la noche, a ver un fantasma, el aura de la dulzura, el cristal con ojos pardos, el pilar de los presagios, el respaldo de los lechos, el sendero de los dichos a los hechos. 

Con pasos maltrechos se aleja, camino al comienzo inconcluso, perdido en el rastro de los pájaros, muñecos de trapo, porcelana y envidia, pequeños dulces y mil calorías, labios rojos, perlas negras, píldoras raudas, ramas de álamo, lágrimas de sauce, ¿Dónde escondiste las cicatrices que decías perdidas?.

¿De quién es la almendra que duerme en tu boca?¿De quién la miel de tus pupilas?¿De quién el gemido destruyendo el gélido desvelo? Pues lo nieguen u oculten, lo griten o escuchen, el último gran beso que te dieron fue mientras rugía la añoranza de mi existencia.




Will.- Tigre.-

Foto por Photo Pixel